Según consta en una inscripción que puede verse en una de las vigas del coro, los orígenes de la ermita de la Virgen de la Cabeza se remontan al siglo XV. Fue fundada como oratorio por el hermano Juan de Palos, más adelante uno de los Doce Apóstoles de México. La construcción actual data de finales de ese mismo siglo, pues fue realizada inmediatamente después de ser otorgada, por parte de los Reyes Católicos, la distinción de hidalguía al apellido Cid de Rivera en 1498. Esta familia sigue siendo la propietaria del terreno en el que se encuentra la ermita y cada Lunes de Pascua organiza una romería en su entorno, tradición con más de dos siglos de vigencia. De pequeñas dimensiones, la edificación muestra un aroma inequívocamente mediterráneo, con las paredes encaladas y rematada por una cubierta a dos aguas. Tiene forma rectangular y está precedida por dos patios, mediante los que se accede a través de un porche al interior. En éste se encuentra una imagen de la Virgen de la Cabeza, sustituyendo al parecer a una de la Virgen del Carmen que fue su advocación inicial. Localizada en un terreno escarpado, solo es posible llegar a pie hasta la ermita y para ello hay que recorrer una empinada, y en parte empedrada, senda de unos ciento cincuenta metros de longitud.