Nativos de piel oscura
Localizada entre Micronesia, al norte, y Australia, al sur, Melanesia es una de las cuatro subregiones en las que la ONU divide Oceanía. Fue el navegante francés Dumont d’Urville quien definió el término en 1832, atendiendo a la piel oscura que apreció en sus nativos. Salvo algunas leves variaciones apreciadas por algunos autores, se considera que está compuesta por los estados independientes de Papúa Nueva Guinea, Fiji, Islas Salomón y Vanuatu, a los que se unen la mitad occidental de la isla de Nueva Guinea, perteneciente a Indonesia, y la colectividad francesa de Nueva Caledonia. Adicionalmente, se le añaden también algunos territorios australianos, fundamentalmente la isla Norfolk y las islas del Estrecho de Torres, que son compartidas con la anteriormente mencionada Papúa Nueva Guinea.
A Dumont d’Urville le sorprendió tanto el aspecto de los habitantes de esa zona del mundo que los diferenció de micronesios y polinesios, caracterizándolos como un grupo racial diferente. Con el tiempo esa diferenciación racial se ha ido convirtiendo en una diferenciación cultural, puesto que los melanesios no conforman un grupo étnico homogéneo, a diferencia de sus vecinos polinesios que sí lo hacen. De forma somera, se puede distinguir entre los papúes y los melanesios oceánicos, que es como suele denominarse al resto. Todos ellos tienen la piel oscura, pero los papúes tienen el cabello negro, mientras que el de los melanesios oceánicos puede adquirir diversas tonalidades, desde el negro al rubio brillante pasando por el dorado, casi pelirrojo. Esta característica se debe a una variante del cromosoma 9, a diferencia de los nórdicos europeos, donde el hecho de ser rubio ayuda a recibir más luz solar, que permite al ser humano generar la vitamina D.
No tenía constancia de esta cualidad de los melanesios oceánicos cuando viajamos a las Islas Salomón y quedé tan sorprendido como debió hacerlo el navegante galo ante la visión de muchos niños con el pelo de color rubio platino. Sucedía esto allá por 2008 y estuvimos a punto de no realizar ese viaje, lo cual hubiera sido una auténtica lástima. Poco antes había sucedido un conflicto en la isla de Guadalcanal entre la gente local e inmigrantes procedentes de la vecina isla de Malaita que dio lugar a un conflicto armado. Para complicar más el asunto, en esa época las Islas Salomón eran uno de los países con más alta incidencia de malaria del mundo y mis hijos tenían menos de dos y de cinco años respectivamente. A pesar de todo, decidimos viajar y por suerte fue la decisión correcta.
Mucho menos evidente resulta encontrar gente rubia en Fiji, al menos en la isla de Viti Levu. Como resultado de una inmigración de trabajadores indios ocurrida durante las últimas décadas del siglo XIX, la población melanesia en la isla es aproximadamente tan solo de un cincuenta por ciento en la actualidad. Además de problemas de convivencia que es mejor obviar, ello ha llevado a una pérdida de los valores tradicionales fijianos, que han ido quedando reducidos a zonas cada vez más aisladas de Viti Levu. Aun así, todavía hay sectores que se preocupan de mantener vivas las danzas tradicionales, así como costumbres tan exóticas como la de caminar sobre fuego, tradicionalmente llevada a cabo por los nativos de la cercana isla de Beqa.
Otra característica muy importante en Melanesia es la variedad de lenguas ampliamente distribuidas por toda su superficie. Al igual que ocurre con la gente, suelen agruparse en lenguas papúes y lenguas oceánicas melanesias. Y, aunque parezca increíble, el número de lenguajes diferentes que existen en todo el territorio melanesio se estima en unos mil trescientos veinte. De ellos, unos setecientos ochenta son lenguajes papúes, que se ciñen a la isla de Nueva Guinea. Ésta es, con mucha diferencia, la colección idiomática más densa en el Planeta Tierra. Aunque a distancia, en las Islas Salomón existen unas ochenta lenguas que se reparten entre aproximadamente medio millón de personas. Es decir, cada poco más de seis mil personas tienen un lenguaje propio. Será difícil, pero esperemos que esta riqueza se mantenga en el futuro a pesar de las amenazas que se ciernen sobre ella.