Muy poco conocido fuera de Rumanía, Constantin Brâncoveanu fue un personaje de indudable interés histórico. Príncipe de Valaquia entre 1688 y 1714, año de su fallecimiento, tuvo que lidiar con sus parientes los Cantacuzino, que habían ocupado el cargo con anterioridad y pretendían seguir haciéndolo. Se las tuvo tiesas también con el príncipe de Moldavia, Dimitrie Cantemir, su enemigo acérrimo y aliado de los rusos. Peor aún le fue con los otomanos, al estar sometido a su vasallaje durante todo el periodo de su gobierno. Aunque en algún momento su relación con ellos no fue del todo mala, finalmente fue arrestado y llevado a tierra infiel junto con sus cuatro hijos y su secretario. Allí fueron encarcelados, torturados y, finalmente, decapitados, siendo sus cabezas paseadas por las calles para servir como ejemplo.

Contrariamente a lo que pueda pensarse tras lo anteriormente escrito, Brâncoveanu no fue un dirigente guerrero sino muy preocupado por los aspectos culturales. Quizás a imagen de lo hecho por Ştefan cel Mare siglos atrás, se dedicó a financiar la construcción de iglesias y monasterios, a la vez que ordenó edificar también una serie de palacios diseñados de acuerdo con una visión muy particular. Aunque la razón subyacente es desconocida, todas estas edificaciones comparten un punto de vista común, que más adelante comenzó a ser conocido como estilo brâncovenesc. Desarrollado exclusivamente en Valaquia, se caracteriza este estilo arquitectónico por ser una especie de síntesis entre el barroco predominante en la época y la arquitectura del invasor otomano, adornados ambos con influencias bizantinas, renacentistas y la ortodoxia local.

El resultado son unas construcciones peculiares, que muestran una línea común y se ciñen a unos parámetros propios. Uno de ellos es el desarrollo excesivo de la pronaos, que incluso llega a superar en tamaño al resto de dependencias del edificio y está siempre decorada con pinturas murales. A continuación, os mostramos una decena de edificaciones que responden al prototipo del único estilo arquitectónico que puede considerarse genuinamente rumano.

Monasterio de Horezu (Distrito de Vâlcea): Considerado la obra maestra del estilo brâncovenesc, el monasterio de Horezu fue posiblemente la creación más importante de Brâncoveanu. También fue la primera, puesto que las obras empezaron en 1690, tan solo dos años después de que diera comienzo su principado. La iglesia se dio por concluida en 1693 y todo el complejo lo hizo en 1697. La intención del gobernante era la de ser enterrado allí, pero no fue posible.

Iglesia Stavropoleos (Bucarest): Ya había fallecido Constantin Brâncoveanu cuando fue construida la iglesia Stavropoleos, único elemento que permanece del antiguo complejo monástico en el que estaba integrada. A pesar de su pequeño tamaño, es una de las construcciones más icónicas de Bucarest y sobresale especialmente por su biblioteca, que se encuentra en un edificio anexo del siglo XX. En ella se guarda una fabulosa colección de libros de música bizantina, que suele ser interpretada en el templo.

Monasterio de Cozia (Distrito de Vâlcea): La fundación del monasterio de Cozia tuvo lugar en el siglo XIV, por consiguiente este cenobio es tres siglos anterior a la tendencia arquitectónica desarrollada por Brâncoveanu. Sin embargo, el aspecto actual de su iglesia responde a una reforma realizada por éste en 1707, cuando le añadió la pronaos además de otros elementos que actualmente forman parte del complejo monástico. El resto del templo principal mantiene una imagen puramente bizantina.

Monasterio Antim (Bucarest): Tomó su nombre este monasterio de su creador, Antim Ivireanul, metropolitano de Bucarest en la época de su fundación. Ocurrió esto en 1715 y el estilo elegido para el diseño de su iglesia no podía haber sido otro que el brâncovenesc, muy en boga entonces. En el templo, que se salvó por los pelos de ser totalmente destruido por los comunistas, sobresale una relevante pronaos.

Crédito: Britchi Mirela

Palacio Mogoşoaia (Distrito de Ilfov): Aunque iglesias y monasterios fueran las edificaciones preferidas por Constantin Brâncoveanu, también encargó la construcción de algún que otro palacio. Uno de ellos fue el palacio Mogoşoaia, cuyas obras finalizaron en 1702. Su intención era la de usarlo como residencia de verano y por ello adquirió unos terrenos en un lugar tranquilo situado a las afueras de Bucarest. Los jardines que pueden verse junto al edificio son de una época posterior.

Iglesia Crețulescu (Bucarest): Destacábamos anteriormente a la iglesia Stavropoleos como una de las construcciones más simbólicas de Bucarest, pero la no demasiado lejana iglesia Crețulescu no se queda atrás. Fue construida hacia 1720 y, a la manera habitual, destaca la magnífica pronaos, cuyos frescos son originales de la época. Su impulsor fue el noble Iordache Crețulescu, de ahí el nombre del templo. ¿Y a que no sabéis de quien era hija su esposa Safta? Pues de Constantin Brâncoveanu, como era de esperar.

Monasterio de Sinaia (Sinaia): Sinaia es una localidad muy famosa en Rumanía, tanto por el renombrado castillo Peleş como por su dedicación a la práctica de actividades de montaña. Sin embargo, lo que no todo el mundo sabe es que su origen está relacionado con un monasterio fundado en ese remoto lugar aproximadamente en 1695. Su impulsor fue Mihai Cantacuzino, entonces en buena relación con Brâncoveanu, y el diseño de su iglesia original no deja lugar a dudas. Destaca el acceso al interior del templo desde la pronaos, magistralmente tallado y rodeado de valiosas pinturas murales de la época.

Crédito: Rakoon

Palacio Cotroceni (Bucarest): El poblamiento en la colina Cotroceni, entonces situada a las afueras de Bucarest, comenzó en 1679. Otro Cantacuzino, Șerban, fundó allí un monasterio en el que aprovechaba para pasar sus ratos libres. Tras su fallecimiento, ocurrido en 1688, el inevitable Constantin Brâncoveanu se hizo cargo del principado de Valaquia y también del cenobio, que restauró de acuerdo con su particular visión arquitectónica. A pesar de que el monasterio fue reconvertido en palacio a finales del siglo XIX, se respetó en lo posible el diseño de la antigua construcción. Actualmente, esta edificación es la residencia oficial del presidente de Rumanía.

Monasterio de Snagov (Distrito de Ilfov): Seguramente, el monasterio de Snagov habría sido olvidado y abandonado hace décadas si no fuera porque la tradición asegura que allí está enterrado nada menos que Vlad Țepeș, el famoso empalador. Hecho cuando menos dudoso, por otra parte. Sea la leyenda verídica o no, lo cierto es que los orígenes de este cenobio se remontan a finales del siglo XIV, cuando fue fundado por Mircea cel Bătrân. Quiso el destino que Antim Ivireanul, fundador del anteriormente mencionado monasterio Antim, fuera el abad de Snagov antes de ser nombrado metropolitano de Bucarest. Y quiso la fortuna que esto sucediera durante el principado de Constantin Brâncoveanu. Como era de esperar, la remodelación del templo en estilo brâncovenesc fue tan solo cuestión de tiempo.

Iglesia Sfântul Gheorghe Nou (Bucarest): Decíamos anteriormente que la intención de Constantin Brâncoveanu era la de ser enterrado en el monasterio de Horezu. Sin embargo, debido a varias razones, entre las que se cuentan su trágica muerte, las dificultades para encontrar el cuerpo y el hecho de haber sido depositado en un sepulcro intermedio, sus huesos finalmente encontraron reposo en la iglesia Sfântul Gheorghe Nou, que había sido creada por él mismo y consagrada en 1707. Si alguien duda de que este templo es uno de los representantes más característicos del estilo brâncovenesc, tan solo tiene que acercarse hasta él y lo comprobará por sí mismo.