La cuenta atrás: Aitor tor tor
Comienza la cuenta atrás para Aitor tor tor. Confieso que el mundillo de los viajeros nunca dejará de sorprenderme. Hasta hace pocos días no había oído hablar de Aitor y, tras cambiar un par de mensajes con él y leer sus respuestas a mi cuestionario, ya estoy convencido de estar ante alguien admirable, como viajero y como persona. Por no decir que me siento fielmente representado en varios de sus comentarios, especialmente en lo que se refiere al proceso de desintoxicación de los viajes en el que ambos estamos inmersos. Desconozco si tiene blog, aunque creo que no, y cuál es su currículum viajero, aunque intuyo que es vasto. Pero lo realmente importante, en mi opinión, es la autenticidad que transmite en esta entrevista que podéis leer aquí. Con ustedes, Aitor tor tor.
10. El viajero, ¿nace o se hace?
Algo intrínseco siempre hay por ahí, desde muy pequeño lo que más me alucinaba de un diccionario era la última página donde venían las banderas de todos los países y me hacía gracia el nombre de Antigua y Barbuda, aprendí a leer con las matrículas de los coches y me encantaba encontrar una de Ceuta por su dificultad cuando no tenía ni 4 años y cuando lo que estaba de moda era el mundial de fútbol a mí me apasionaba la selección de Camerún o fijarme en que todos los apellidos de los suecos acababan en «Sson». Así, que algo de nacimiento seguro que hay, después las circunstancias tienen que acompañar, que mis padres me enseñaran diferentes rincones o que tuviera la suerte de poder hacer algún interrail con 18 años potencian a ese viajero y lo hacen. Así, que ambas dos, nace y se hace.
9. ¿Vives para viajar o viajas para vivir?
He pasado por ambas etapas también. He viajado para vivir y no entendí al que se quedaba quieto en su sofá, he tenido ese ansia por descubrir más y más. He vivido para viajar, he pasado por esa etapa en la que mi mente cuando no estaba de viaje, estaba siempre planeando un viaje. Y ahora estoy en otro punto, me siento viajado y vivo para estar tranquilo. Mi mayor objetivo ahora es la tranquilidad, siempre he envidiado a aquél que es capaz de quedarse quieto en su pueblo adorando cada día lo que ve y fijándose en los pequeños detalles, en las flores que salen en cada época del año o en las nubes que amenazan tormenta. Seguirán cayendo viajes pero sin la obsesión y sin la prisa, cuando caigan, como las hojas.
8. Si alguna vez te pierdes, ¿dónde no deberíamos buscarte?
Nunca digas de este agua no beberé. No me cierro a nada, pero la parte del mundo que menos me ha gustado ha sido el golfo pérsico: Abu Dhabi, Dubai, Doha… Esas ciudades inventadas recientemente surgidas del petróleo en mitad del desierto. Aún así, hace un par de semanas, un avión me hizo hacer escala en Qatar y mi mente no se puede resistir a asomarse. Pero más allá de alguna escala aeroportuaria dudo que me encontréis allí. Aunque insisto, nunca digas de este agua no beberé. Junto a esto me gustaría nombrar los que para mi han sido los rincones más aburridos del planeta, siempre me parece divertido hablar de lo aburrido, diría que Armenia, Omán y Serbia y en menor medida Panamá, Gabón y Malasia, estos últimos no es que sean aburridos sino que fueron más aburridos que los vecinos que les rodean. Aún así, muchas veces, el aburrimiento depende de lo que te haya tocado vivir en esos rincones, de la gente con la que te hayas cruzado, el tiempo que hayas dedicado o tu estado de ánimo. Estoy seguro que para otras Serbia o Armenia han sido el mejor viaje de su vida.
7. Dicen que la cabra tira al monte…y tú, ¿para donde tiras?
A mi me tiran los enteógenos. En general, todas las plantas y árboles y por esa razón las selvas me flipan, nunca mejor dicho. Además de ello, las tribus y la antropología, la gente y los idiomas, los rincones perdidos, aunque todo va muy ligado; he recorrido el mundo en busca de plantas mágicas y rituales, ello me ha llevado a muchas selvas, a conocer tribus aisladas y diferentes, otras cosmovisiones y formas de entender el mundo y, por supuesto, a aprender frases ridículas en idiomas en peligro de extinción. Aún así, las montañas y los mares también me encantan, si veo agua salada me tengo que zambullir, exceptuando Groenlandia y esas latitudes.
6. ¿Estás de acuerdo con quien afirmó que viajar, como todas las drogas, requiere un aumento constante de la dosis?
Estoy de acuerdo en que es una droga, que genera adicción; pero que al igual que todas las drogas es bueno ser capaz de dejarla de vez en cuando. Viajar es precioso, necesitarlo tiene sus problemas, al igual que el alcohol o el café. Yo he estado drogado al viaje y ahora siento que estoy en proceso de desintoxicación. Aún me quedan ciertos rincones que me gustaría pisar algún día pero sin la prisa que tuve, sin más, a esperar a que sea su momento, es más sano para mi mente. Después de dar una vuelta al mundo de de dos años, decidí estar un año sin salir de mi provincia, conociendo cada rincón y el viaje a lo micro te puede enseñar y saciar tanto como el viaje a lo macro, son muy diferentes, pero la magia de los pequeños detalles es increíble y saber valorarla te llena un montón, pues genera felicidad en tu día a día.
5. ¿Crees que los prejuicios que suelen acompañar a quien no sale de su tierra se curan viajando? ¿O por el contrario el hecho de viajar los reafirma?
Creo que los prejuicios desaparecen y se crean los postjuicios. Llegar a un rincón nuevo siempre cambia nuestra visión de él. Estoy seguro que todo el que haya viajado a China ha vuelto con una idea muy diferente a la que tenía antes de embarcar. Pero a mí siempre me han gustado las generalizaciones aunque ahora no se lleven ni estén de moda. Estoy seguro que todas compartimos que los tailandeses son educados y eso no quita que haya alguno maleducado. Y al igual que con generalizaciones positivas, hay otros rincones donde son sosos, chulos, muy generosos, unos brutos, unos cursis o lo que sea. Es lo bonito de conocer otras culturas, entender que lo de tu tierra no es lo único ni lo mejor.
4. Cuando decides hacer un viaje, ¿eliges tú el destino o dejas que el destino te elija a ti?
Cuando era un joven sin responsabilidades el destino me elegía a mí y volaba y fluía cuán colibrí. Salía a la carretera, sacaba el pulgar y cuando el conductor preguntaba: ¿A dónde vas? respondía: «a donde tu vayas». Ahora que tengo familia e hijos y tengo que rasgar cada día extra de viaje soy muy selectivo y elijo rincones curiosos y selectos que se me llevan antojando meses.
3. ¿Consideras que tu pasión por los viajes te ha ayudado a crecer como persona?
A cambiar seguro, a crecer me parece demasiado decir. Estoy seguro que en algunos aspectos he encogido, cada vez me siento más lejos de mi cultura y me cuesta integrarme en ella y eso me da pena. De todas formas nunca me ha gustado mucho crecer, me considero un gnomo que cuenta historias y los gnomos estamos muy orgullosos de ser pequeños, me gusta lo pequeño.
2. ¿La pandemia ha afectado de alguna manera a tu espíritu viajero?
Sí, me aburre mucho tanta burocracia, los euros extras que se van entre tanto PCR y papeleo absurdo me han llegado a cansar. Y el dinero todavía me parece recuperable pero los días que se van entre cuarentenas y requisitos me parecen algo irrecuperable, obviando que varias de las medidas carecen de sentido desde mi ángulo de vista. Además me han hecho ser aún más consciente del privilegio que es tomar un avión a la otra esquina del mundo y lo poco sostenible que es, me cuesta cada vez más darme esos lujos económicos y medioambientales y tienen que ser muy bien aprovechados para que valgan la pena.
1. Una que no me resisto a hacerte: ¿Cómo te imaginas a los setenta años, todavía en el camino o llevando una existencia sedentaria?
He vivido tantas aventuras extremas que me cuesta creer que llegue a los setenta. Y me cuesta imaginarme el planeta para entonces, no sé si los aviones estarán prohibidos o si tardaremos diez segundos en viajar a la Antártida. No sé si viviremos en residencias con gafas o cascos en siete dimensiones que nos permitan sentir que caminamos por Machu Picchu o si no nos dejarán jubilarnos hasta los 82. Sea como fuere, el ansia por conocer creo que seguirá ahí y el planeta es tan extenso que siempre quedará algún rincón interesante por descubrir, llevarme a mis nietos al Tibet o al Congo, visitar a algún viejo colega que dejé en Angola o pasar mi vejez dando la vuelta al mundo en un crucero o un catamarán en lugar de en una residencia son planes que no descarto.
0. Para terminar la cuenta atrás y comenzar el viaje, indícanos tus cinco lugares que todo viajero debería visitar antes de morir
Esta pregunta me lleva a mis cinco lugares preferidos que es muy diferente a la que todo viajero debe visitar. El país que más me ha enamorado ha sido Colombia, el Caribe, los Andes, el Amazonas, gente valiente y divertida, música en cada rincón y respeto a los ancianos, lo tiene todo. A nivel de hospitalidad Senegal, Irán o Afganistán, sin duda. A nivel tribal, Nenetsia, el valle del Omo y Papúa. Y paisajísticamente hablando Islandia, Laos, Chile o Costa Rica. De comida, me quedo con mi tierra o con Italia.
Ahora, los que todo viajero debe visitar creo que son: las Cataratas de Iguazú; China, enterita, desde los Uyghur hasta el Tibet pasando por los mongoles, para mi es el país más diferente al resto, el único no conquistado por Europa, donde hasta los gestos son diferentes; Islandia, una vueltecita a esa isla de tierra y fuego; un buceo entre corales donde sea, Filipinas puede ser un gran rincón para ello y para acabar elegir al azar un país del África subsahariana y volar allí a ver qué pasa, todos molan, cada cuál tiene su qué, si queréis que elija Uganda, Senegal o Malawi me gustan por su tamaño. Y sé que llevo cinco, pero siempre me ha gustado el número siete, así que no os dejéis un paseíto por los Andes (Perú es una buena opción) ni un baño en el Caribe (sea Cuba, Jamaica, Belize o Venezuela).
Que la desintoxicación sea leve, Aitor. Aunque espero que el mono te lleve a seguir viajando de vez en cuando.