Iván, el terrible
Considerado uno de los huracanes más potentes que se han registrado en el Océano Atlántico, Iván descargó toda su furia sobre Granada a finales del verano de 2004. Aunque su paso fue sentido en todos los rincones del país, sus devastadores efectos se dejaron notar especialmente en Saint George, la capital de este pequeño estado caribeño, donde la mayor parte de las viviendas resultaron afectadas, quedando muchas de ellas en estado inhabitable. Tan grave fue su impacto sobre la frágil economía local, basada fundamentalmente en la agricultura y el turismo, que el periodo de relativa bonanza que se vivía hasta su llegada se transformó en una crisis considerable al quedar inutilizado durante varios meses el puerto, vital para dar entrada a esos turistas llegados en masa a bordo de los cruceros que allí atracan.
Fundada por los franceses en el siglo XVII, Saint George tuvo un desarrollo agitado a la manera habitual en la zona, pasando más adelante a manos inglesas hasta la independencia del estado hace unas décadas. La huella gala es aún visible en la arquitectura local, por ejemplo en el Museo Nacional de Granada, construido en lo que fueron unos barracones que llegaron a servir como prisión. También el denominado Fort George, fortaleza situada en el interior de la ciudad, es de origen francés y se conserva todavía en buenas condiciones, aunque algunas zonas de su interior precisan de una restauración inminente. Situado algo a las afueras, sobre una colina que domina tanto la villa como la bonita bahía sobre la que ésta se extiende, Fort Frederick resulta más atractivo por sus vistas que por su estado un tanto ruinoso.
Ya dominaban los británicos la isla cuando fueron construidas, a lo largo del siglo XIX, las cuatro iglesias cuyas torres dominan Saint George. La más antigua es la Iglesia Metodista, edificada hacia 1820 y que presenta el mejor estado de conservación de todas ellas. La más conocida y seguramente más atractiva en el pasado es la Iglesia Anglicana, decorada en rosa y blanco y en cuyos ventanales aún pueden apreciarse algunos restos de vidrieras. Lamentablemente, Iván la azotó sin piedad, llevándose por completo toda su techumbre y ocasionándole daños tan graves que estuvieron a punto de provocar su derrumbe. Menos visitadas aunque también interesantes resultan la Iglesia Presbiteriana y la Iglesia Católica, destacando en esta última una atractiva torre bastante anterior al templo en sí.
Interesante resulta también el colorido mercado local, donde los vendedores ofrecen multitud de variedades de frutas y especias protegidos del sol mediante sombrillas de colores. Cerca de este lugar se encuentran algunos de los edificios más representativos de esta nación con nombre de fruta. Como el Parlamento, antigua edificación conocida como York House que reúne a casi todos los organismos oficiales que rigen los destinos del estado. Enfrente de él se encuentra el Registro, inmueble de aspecto georgiano como el anterior que fue construido a finales del siglo XVIII. Ambos se encuentran a tiro de piedra del paseo marítimo de Saint George, denominado The Carenage, que bordea la encantadora bahía en forma de herradura que conforma el puerto de la ciudad y donde es posible disfrutar de una refrescante bebida observando las embarcaciones de todo tipo allí amarradas.
Entre todas las villas antillanas que he visitado, Saint George me pareció una de las más pintorescas y agradables. Aún podía apreciarse entonces la devastación del huracán en algunas zonas de la capital granadina, especialmente en la mencionada Iglesia Anglicana que todavía amenazaba ruina debido a la falta de fondos para repararla. Precisamente las secuelas de esta tragedia, que dejó decenas de muertos e innumerables familias sin hogar, nos impidieron viajar a Granada pocos meses después del suceso, lo que me dejó una espina clavada que no pude sacarme hasta seis años más tarde, cuando por fin pudimos pasar varios días en la isla. A pesar del tiempo transcurrido, fue entonces cuando pude darme cuenta de que el nombre de Iván que le fue asignado estaba más que justificado ante la terrible desolación que causó a su paso.
ivan terrible en realidad no era terrible solo tenia problemas de cabeza quizas no quiso hacer nada pero no sabia decir no a las personas que tenian effecta en su reynado
Tan solo usé su nombre y denominación metafóricamente hablando para hacer referencia a los estragos causados por un huracán llamado como él. Mi intención no era la de juzgar a Iván IV de Rusia, en todo caso.
Muchas gracias por tu comentario.