Aparte de ser considerado un tirano, el emperador Caracalla suele ser reconocido por los logros alcanzados en sus apenas seis años de reinado. Uno de ellos fue el conceder la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio, que a comienzos del siglo III se extendía por buena parte de Europa, Asia Menor y el norte de África. En su honor, el gobernador de la ciudad norteafricana de Volubilis decidió erigir un grandioso arco triunfal que el emperador no pudo disfrutar, pues fue asesinado ese mismo año de 217 cuando la obra se dio por concluida. Aunque no destaca por su calidad arquitectónica, el arco de Caracalla mantiene un talante innovador para la época en la que fue construido. El propio emperador y su madre, Julia Domna, aparecen en sendos medallones y dos estatuas representando ninfas vertían agua sobre unas piletas de mármol situadas en la base del monumento. El conjunto estaba rematado por una cuadriga de bronce tirada por seis corceles.