Dando acceso al recinto de la alcazaba antequerana, el arco de los Gigantes fue construido a finales del siglo XVI. El objetivo era sustituir una puerta de origen nazarí, probablemente mucho más estrecha y en forma de recodo. Está realizado en mampostería, con unos muros que alcanzan los dos metros de anchura, y permite el paso a través de un arco de medio punto conformado mediante dovelas situadas en todo su perímetro. En una evidente evocación al mundo clásico todavía recordado en la época, el autor o autores colocaron sobre su cornisa diversos restos romanos hallados en los alrededores. Entre ellos una figura de Hércules, de la que aún se mantienen restos y que al parecer dio nombre a la puerta durante algún tiempo. Su denominación actual alude a unas estatuas que posiblemente lo flanqueaban en el pasado, pero que actualmente han desaparecido.