Excelentemente conservadas, las entre ochenta y cien sepulturas que componen la necrópolis de Los Millares están situadas en el exterior de la muralla que protegía este asentamiento prehistórico por el oeste. Prácticamente todas ellas eran tumbas colectivas, pudiendo albergar a varias decenas de individuos, que seguramente formaban parte del mismo grupo familiar. La inmensa mayoría son de tipo tholos y presentan una cámara circular de unos cinco metros de diámetro cubierta por una falsa cúpula. Toda la estructura estaba recubierta por un túmulo, que se conserva en muchos casos. Existen también otro tipo de enterramientos, entre los que se encuentran diversos tholos sin cúpula, varias cistas y algunas sepulturas formadas por ortostatos. Algunas cámaras están decoradas con pinturas y en varias de ellas se han hallado unas piedras de forma cilíndrica denominadas betilos, que según los expertos servían para representar a los difuntos. Éstos eran enterrados con su ajuar, que consistía en diversos objetos como cerámica campaniforme, puntas de flecha, hojas de sílex y pequeños artilugios realizados con cobre, material característico en la época de construcción del poblado.