Protegida por el puerto más resguardado del Mediterráneo, Cartagena es una histórica población de atrayente pasado. De las bondades del enclave ya se dieron cuenta los cartagineses, pueblo de origen fenicio que, bajo el mando de Asdrúbal, la fundaron con el nombre de Qart Hadasht en el siglo III a.C. Apenas dos décadas les duró la alegría a sus habitantes, puesto que, tras el fallido intento de Aníbal de conquistar territorio romano, Escipión la tomó y desde entonces pasó a llamarse Carthago Nova. Rápidamente adquirió protagonismo y, ya en el siglo III de nuestra era, se convirtió en la capital de la provincia Carthaginense. Tras el periodo romano, Cartagena vivió luces y sombras. Fue asolada por los vándalos y los visigodos, se recuperó algo en la etapa musulmana, se mantuvo en época medieval y comenzó a adquirir de nuevo protagonismo a partir del siglo XVII. De su importancia militar da idea el que las tropas francesas no lograran conquistarla durante la guerra de la Independencia. De tan agitado pasado han quedado numerosos restos, entre los que sobresalen los de la época romana. Del periodo cartaginés apenas se conserva parte de la muralla que protegía la localidad. En la ladera del cerro denominado El Molinete puede verse lo que fue el foro de la población, bien acompañado por el vecino teatro y el algo más alejado anfiteatro. Junto al teatro se encuentra la que anteriormente fue sede catedralicia de la diócesis de Cartagena. Sobresale también el magnífico Palacio Consistorial, localizado junto a la Plaza Héroes de Cavite. A su vez, ésta se ubica junto al puerto, que mantiene el protagonismo de antaño y donde destaca una asombrosa escultura denominada El Zulo. No pueden dejarse de lado las numerosas muestras de arte modernista dispersas por la población, entre las que hay que mencionar especialmente el Gran Hotel. Sin olvidar tampoco sus numerosos e interesantes museos, entre ellos el Museo Nacional de Arqueología Subacuática, que expone un auténtico pecio fenicio. Con algo más de doscientos mil habitantes en la actualidad y debido a su historia, su patrimonio, su clima y su gastronomía, siempre haciendo hincapié en la cotizada dieta mediterránea, Cartagena tiene un futuro prometedor, que sus dirigentes no deberían echar a perder.
