Castillo de Sigüenza (Sigüenza, Castilla-La Mancha)
Seriamente afectado primero por la invasión napoleónica, luego por las guerras carlistas y finalmente por la horrenda Guerra Civil, el castillo de Sigüenza presentaba un evidente deterioro cuando se decidió su reconstrucción en la década de los setenta del siglo XX. Al parecer, inicialmente fue una fortificación romana, que más adelante se convirtió en una alcazaba árabe. Tras ser conquistado por Bernardo de Agén, a la sazón arzobispo de Toledo, en la primera mitad del siglo XII, fue ampliado y pasó a convertirse en residencia de los obispos de Sigüenza. Así se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando los clérigos lo abandonaron tras resultar muy dañado en las guerras carlistas. El recinto tiene un perímetro de unos cuatrocientos metros y para su construcción se utilizaron sillares. En el patio de armas aún puede verse el pozo mediante el que se abastecía de agua a sus residentes. Tras su última reestructuración, ha funcionado hasta la fecha como Parador de Turismo.