Cuernavaca (por Jorge Sánchez)
Aunque había estado dos veces en Cuernavaca, en el año 1984, de escala en mi viaje de ida y vuelta en autostop desde México D. F. a Acapulco, mis dos visitas de tránsito habían sido demasiado breves como para considerar que conocía esa ciudad, así que en enero del 2015, mientras esperaba en México D. F. mi avión a Barcelona, en España, me desplacé un día con su noche a Cuernavaca con el fin de visitar el Palacio de Hernán Cortés, en el que no había estado, y volver a entrar en la catedral (antiguo convento de la Asunción), ya que mientras tanto había averiguado que una parte de ella estaba dedicada a San Felipe de Jesús, el primer mártir de México, sobre quien había estudiado durante un viaje que realicé en el pasado a Nagasaki, en Japón, ciudad donde fue martirizado el siglo XVI, junto a otros frailes españoles. Felipe de Jesús tenía sólo 25 años de edad.
Además, esa catedral de Cuernavaca, erigida por los españoles, formaba parte de los catorce monasterios en las faldas del volcán Popocatépetl, declarados en su conjunto Patrimonio de la Humanidad por UNESCO. De hecho, si sumamos a los de España todos los sitios UNESCO que los españoles construyeron en América y otros países que gobernaron (como Malta, Italia, Filipinas), casi alcanzamos los 100 Patrimonios de la Humanidad de UNESCO, o aproximadamente un diez por ciento de la totalidad (en el año 2015 existen 1031). Hallé en el centro un hotelito aceptable y barato, dejé mi pequeña bolsa y salí a explorar los alrededores.
A decir verdad, el Palacio de Cortés, convertido en museo de antropología, me dejó más bien indiferente y lo visité casi por obligación, ya que iba buscando otras cosas en Cuernavaca, como esos catorce monasterios de la lista de UNESCO.
La catedral sí que me emocionó. Allí pude ver la estatua dedicada a San Felipe de Jesús, más los murales en las paredes que detallaban su viaje desde Acapulco a Manila, vía Japón, a bordo del Galeón de Manila. Esa catedral está considerada una de las más antiguas de toda América, y contiene muchos elementos del arte barroco. En una de las placas en el patio había un cartel explicando que la catedral fue construida entre 1529 y 1552 y se llamó La Asunción de María. También había un letrero sobre el martirio de San Felipe de Jesús y los frescos que mostraban el Galeón de Manila en el que se embarcó. No sé si estaba permitido hacer fotografías, nadie me impidió hacerlas y no vi ninguna señal que lo prohibiera, por lo tanto, tras comprar un cirio, tomé fotos de todos los frescos relacionados con el viaje de San Felipe de Jesús a Manila y su naufragio en Nagasaki (San Felipe, en calidad de náufrago, podría haber salvado su vida, pero él prefirió morir junto a sus compañeros frailes y monjes).
El ambiente en el interior de la catedral era entrañable. Esa fue mi visita estrella en Cuernavaca, y aunque todavía me pasé todo un día explorando otros lugares en esa bella e histórica ciudad, mi mejor recuerdo es el interior de esa catedral y la historia relacionada con San Felipe de Jesús. Regresé al día siguiente a México D. F. regocijado hasta el máximo de los extremos.