Apenas veintidós hectáreas, equivalentes a menos de un cuarto de kilómetro cuadrado, componen la denominada Île de la Cité, islote a merced de las aguas del Sena en el corazón de París. Sin embargo, su trascendencia para el desarrollo de la capital francesa es evidente, porque puede decirse que es el germen a partir del cual se desarrolló la ciudad. Resulta factible que un asentamiento de la tribu de los parisii en este lugar aproximadamente en el siglo III a.C. se extendiera posteriormente a ambas orillas del río, dando lugar con el tiempo a la urbe actual. Ya en época medieval, la isla alcanzó enorme relevancia al construirse en ella edificaciones como la famosa Catedral Notre-Dame, la no menos relevante Sainte-Chapelle y la extraordinaria Conciergierie. Más adelante surgieron otras construcciones de mucho interés, como la Préfecture, el Palais de Justice o el Hôtel-Dieu, cuya versión inicial data del siglo VII y fue el primer hospital parisino. Aproximadamente un millar de ciudadanos tienen fijada su residencia habitual en la isla, también conocida por su popular mercado de las flores.