Campeche (por Jorge Sánchez)
Lo primero que llama la atención al llegar a Campeche es la fortaleza y sus muros en muy buen estado de conservación. Gracias a ella los españoles evitaron asaltos de piratas ingleses y franceses. Vi en una de sus entradas un monumento dedicado a un carro con un caballo y su dueño que llevaba por título El Aguador, y al lado se localizaba una placa metálica de UNESCO en la que se podía leer:
«ADUANA MARÍTIMA. Edificio de carácter militar, construido entre 1786 – 1790. Funcionó como enlace comercial con Europa, por ser este el único Puerto de la región desde el siglo XVI al XVIII»
Busqué un alojamiento en el interior de sus murallas y hallé un antiguo convento convertido en albergue donde me hicieron un buen precio por una antigua celda en la planta baja.
Durante ese día y parte del siguiente recorrí la ciudad y hasta caminé a lo largo del malecón hasta que me encontré con una carabela española (debía ser una reproducción) convertida en cafetería y restaurante, donde no dejé de probar un vasito de tequila añejo. Entré en la Catedral de la Concepción, donde compré un cirio, y también compré otro en la Iglesia de San Francisco.
Al mediodía del día siguiente viajé a unas ruinas mayas cercanas, llamadas Edzna, donde admiré el Juego de Pelota de los Mayas más la construcción de la Gran Acrópolis.