Norfolk (por Jorge Sánchez)
Para viajar a Norfolk desde Australia se ha de volar desde el aeropuerto internacional y mostrar un pasaporte, incluso los australianos, pues Norfolk tiene un estatus especial, casi como un país soberano, y se debe pasar Emigración. La bandera de Norfolk también es especial.
Ya había visto antiguos presidios en la misma ciudad de Sídney, junto al Hyde Park, y en la isla de Tasmania el día que me apunté a una excursión para observar a los «Diablos de Tasmania». Pero en Norfolk dormía dentro de una antigua prisión, en el follaje, pues no había rejas y se podía entrar y pasear en ella. De hecho, toda Australia era un gran presidio, y casi todos sus habitantes son hoy descendientes de maleantes y mozas de vida alegre.
Me quedé 3 días y realicé trekkings. Había vestigios de los habitantes de Pitcairn que intentaron quedarse en Norfolk, pero muchos acabarían regresando a Pitcairn. También descubrí, durante una de mis caminatas, una placa dedicada al Capitán Cook, que fue el primer inglés que desembarcó en Norfolk, pero no el primer humano, pues antes que él ya habían estado allí los polinesios, aunque abandonarían la isla antes de la llegada de los ingleses.
Son tantos los horrores y vejaciones inimaginables que se han practicado en esa isla por los guardianes y los presos, que se la comparó con el infierno. Por las noches sentía esa atmósfera de terror dentro de mi saco de dormir dentro de una celda, pues tenía pesadillas y me veía viviendo en esa época y cómo los guardias de mi mazmorra me atormentaban de manera cruel porque me habían visto pasear por la playa vestido con mi camiseta del Caco Bonifacio, que es la que suelo usar en los viajes, y capturado pensando que me había escapado del penal. Y yo gritaba:
– ¡No, no soy un reo, dejadme salir de esta mazmorra, yo soy un viajero español!
Y me despertaba perturbado, con sudor en mi frente. El cuarto día abandoné Norfolk y proseguí mi viaje.