Las leyes de la naturaleza
Sed sinceros. Si hace tan solo medio año, seis meses tan solo, alguien hubiera vaticinado cual sería la situación actual en el Planeta Tierra lo habríais tomado por loco. Dicen que la realidad siempre supera a la ficción, pero ni por asomo se podía prever que un ente de tamaño microscópico, sin posibilidad siquiera de existir por sí mismo, fuera capaz de causar los estragos que el SARS-CoV-2, más conocido por coronavirus, está provocando. Desde hace unos meses vivimos inmersos en una suerte de película de ciencia ficción, donde los protagonistas somos nosotros mismos y cuyo desenlace es desconocido hasta para los guionistas. Al parecer, la trama nos ha devorado y lo tendremos realmente complicado para salir indemnes de ella.
Bien. ¿Y qué tiene todo esto que ver con los viajes?, os preguntaréis. Pues bastante, sería la respuesta. No tan solo con el hecho de viajar en sí, sino con todo el entramado establecido a su alrededor. Nos movíamos en un escenario estable, promisorio y en pleno crecimiento que ahora parece haberse venido abajo por completo. Levantarlo de nuevo al nivel en el que se encontraba parece complicado, más aún mediante el uso de los materiales tradicionales. El derrumbe ha sido de tal magnitud que la solución para recomponerlo se asemeja a un arcano, a un jeroglífico difícil de resolver. Más aún cuando las autoridades, a la manera habitual, intentan irse de rositas al precio que sea.
Vale. ¿Y los blogs de viajes qué? Pues cuentan las malas lenguas que muchos de ellos se han quedado sin respuesta, sin saber cómo reaccionar. Los ingresos obtenidos por publicidad se han reducido drásticamente. Los viajes de prensa se han terminado, al menos por el momento. Charlas, conferencias, cursos, se han evaporado como la espuma. Influencers, inspirers, blogtriperos y el resto de la fauna que forma parte de este mundillo andan de capa caída, desanimados, deprimidos y sin capacidad de reacción. Muchos blogs están cerrando, entendiendo como tal la falta de publicación de nuevos artículos. Algunos temporalmente y otros incluso se plantean hacerlo definitivamente para dedicarse a otra cosa.
Inesperadamente para la mayoría, quienes han salido mejor parados de este desconocido escenario han sido los parias. Quienes no tienen nada que perder, no suelen perder nada aunque vengan mal dadas. Ésos que, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, eran devorados de manera inmisericorde por una pretendida aristocracia, la cual, haciendo ostentación de ello, les recordaba una y otra vez su condición, han sabido reaccionar de una manera mucho más rápida y certera. Por otra parte, aquéllos que se situaban en un pedestal y miraban por encima del hombro a sus compañeros no han tenido más remedio que volver a esa tierra sobre la que un día pretendieron elevarse.
Quienes me conozcan un poco sabrán que no suelo alegrarme con las desgracias de nadie. Tan solo lo hago si, para conseguir sus éxitos, emplean medios deshonestos, lo cual suele ser habitual en un mundillo tan inhumano como el de los blogueros de viajes en español, Por consiguiente, esta dosis de humildad aportada por el coronavirus no les está mal empleada a algunos. Dudo de que aprendan la lección, pero quizás caigan en la cuenta de que las leyes de la naturaleza no aseguran que una gacela sea siempre presa fácil de las hienas. A veces, como ocurre ahora, las hienas tienen que irse a dormir sin nada que llevarse a la boca y carentes por completo de esa risa histriónica a la que están tan acostumbradas.
Evidentemente a los que escribís por amor al arte y contar vuestras experiencias de forma gratuita para ayudar a todo el mundo interesado en ellas, no os ha afectado esta crisis porque nada ganabais contándolas jejeje
Quienes nacimos perdedores nunca dejaremos de serlo. Pero tienes toda la razón, a mí esta crisis no me ha afectado lo más mínimo en este aspecto. De hecho, este blog tuvo más visitas en 2020 que en 2019, dentro de las pocas que tiene habitualmente.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
Acertada reflexión, que comparto en su totalidad. No se trata, como bien dices, de alegrase del mal viento ajeno; se trata de hacer recordar que en tiempos no muy lejanos quienes escribimos, tan solo por escribir y esperar que alguien pueda leernos, seguimos teniendo los mismos intereses que ahora. Allá cada cual, influencer o no. Siempre un abrazo
Me alegra que estemos de acuerdo en este tema. La tremenda crisis sanitaria que vivimos, de la que desafortunadamente no se ve el final, me ha hecho cambiar en varios aspectos, pero no en éste. Sigo publicando como en tiempos pasados, quizás algo más incluso, y mientras continúe disfrutando al hacerlo continuaré adelante.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.