No se tienen demasiados datos sobre la infancia y juventud de Blas Ruiz de Hernán González. Según algunos entendidos su lugar de procedencia se halla en tierras manchegas, concretamente en la localidad de Calzada de Calatrava, donde habría nacido alrededor de 1560. Su progenitor fue, al parecer, un humilde labriego y, ante la falta de oportunidades en su tierra natal, pronto decidió partir hacia el Nuevo Mundo en busca de fortuna. Menos aún se conoce sobre los primeros años de Diogo Veloso, de origen lusitano en su época de nacimiento, aunque español a todos los efectos tras la incorporación de Portugal a la corona española llevada a cabo en 1580.

Las siguientes informaciones que se tienen sobre Ruiz lo sitúan en el virreinato de Nueva España, casi con toda seguridad en una determinada zona del actual México. Allí prosperó y consiguió en cierta manera la fortuna que buscaba al casarse con la viuda María del Prado y Mansilla, posiblemente de origen español y que presumiblemente se había enriquecido en su anterior matrimonio. Sin embargo, quizás aburrido debido a una vida demasiado tranquila o quizás ya viudo a su vez el manchego decidió emprender camino hacia nuevas aventuras. Para ello, invirtió parte de sus ahorros comprando un billete de ida en el denominado Galeón de Manila, embarcación que seguía una ruta comercial entre la costa pacífica de México y Filipinas.

Tras su llegada a Manila, es posible que Blas Ruiz entablara un primer contacto con Gómez Pérez das Mariñas, quien por entonces ostentaba el cargo de gobernador de Filipinas. Aunque su primera intención fuera probablemente la de establecerse en esas tierras, pronto cambió de parecer y con los ahorros de la viuda que le quedaban adquirió una pequeña nave. Con ella puso proa hacia Indochina, remontando el curso del Mekong hasta llegar en 1592 a Longvek, donde se había establecido la corte khmer tras ser expulsada de Angkor por invasores procedentes del reino de Siam unas décadas atrás. Allí se encontró con Diogo Veloso, que estaba al servicio del rey Apram tras su interesado matrimonio con una princesa local de edad provecta.

Ruiz y Veloso pronto se convirtieron en íntimos amigos y ambos fueron hechos prisioneros tras la toma de Longvek por tropas siamesas en 1594. Tras ser enviados a Ayutthaya, capital del reino de Siam, en diferentes embarcaciones, Ruiz logra escapar y llegar de nuevo a Manila después de múltiples vicisitudes. Allí se reencuentra con Veloso, que también había conseguido liberarse, y convence al gobernador para intentar restaurar la monarquía khmer y hacerse con el control de la zona. Alcanzan tierras del actual Laos, donde se había instalado la corte, siendo los primeros europeos en pisar un lugar entonces tan remoto. Con ayuda del pueblo camboyano consiguen devolver a Longvek a Paramaraja V, que ocupaba el trono a pesar de ser tan solo un adolescente.

Agradecido, el monarca nombra a Ruiz y Veloso gobernadores de las actuales provincias de Stung Treng y Ba Phnum. El futuro de ambos parecía prometedor, pero las intrigas de un dirigente del ejército khmer llamado Okhna Laksmana, celoso porque la madrastra del rey lo había reemplazado en su alcoba por el manchego, precipitaron el final. El traidor asesina a Paramaraja V y convence a los habitantes de Longvek para acabar con los españoles, que, a pesar de su resistencia, desaparecieron sin dejar rastro en fechas indeterminadas de 1598. La vida aventurera de Blas Ruiz se convirtió en legendaria y se dice que hasta Cervantes se inspiró en ella para algunos pasajes del Quijote. Sin embargo, más adelante cayó en un olvido del que no se ha despertado aún, a pesar de un busto que lo recuerda desde 1934 en una frontera de Camboya con Vietnam.