Inicialmente un castro de origen olcade, tribu celtíbera establecida en una zona que se corresponde con la actual provincia de Cuenca, Segóbriga se alió con los romanos durante la conquista de Hispania y más adelante fue asimilada por éstos. En tiempos de Augusto se convirtió en municipium, rango que correspondía a las poblaciones gobernadas por ciudadanos romanos y tanto sus habitantes como su economía crecieron considerablemente. En la segunda mitad del siglo I la ciudad alcanzó su apogeo, construyéndose edificaciones tan grandiosas como el teatro y el anfiteatro y comenzando a emitir moneda. Su pujanza continuó durante los siglos II y III, empezando un lento declive ya en el siglo IV, cuando construcciones como el anfiteatro cayeron en desuso. Aun así, en época visigoda era aún sede de una diócesis y sus obispos asistieron a diversos concilios celebrados durante los siglos VI y VII. Con la invasión musulmana llegó su abandono definitivo y tras la Reconquista no fue repoblada, siendo fundada en sus inmediaciones la actual población de Saelices.