Antigua (por Jorge Sánchez)
Encontrándome junto a una compañera de viaje québéquoise en la Ciudad de Guatemala para realizar diversas gestiones (cambiar dinero, ver el correo, etc.), enseguida nos apercibimos que no era una ciudad que mereciera pasar en ella mucho tiempo, así que al día siguiente nos dirigimos en autobús a Antigua Guatemala.
Antigua Guatemala sí que nos gustó, y mucho. Fue la primera capital del país durante más de 200 años, hasta que unos siniestros terremotos de un volcán vecino en el siglo XVIII destruyera muchos de sus edificios, por ello se creó la fundó capital en Ciudad de Guatemala.
Durante nuestra permanencia tuvimos la oportunidad de bien escudriñar todos los vericuetos interesantes de esa ciudad, como iglesias barrocas, más el distintivo característico: el Arco de Santa Catalina del antiguo convento. También emprendimos caminatas a las faldas de los volcanes vecinos.
Pronto nos relacionamos con los muchísimos viajeros mochileros que se encontraban temporalmente en esa ciudad, la mayoría habían viajado allí con el objetivo de aprender el español, pues Antigua Guatemala es uno de los tres centros principales de Hispanoamérica adonde viajan los mochileros para estudiar la lengua de Cervantes. Los otros dos son: Cuernavaca en México y Baños en Ecuador. Todos ellos hacían planes para, una vez que dominaran lo suficiente el español, proseguir el viaje a Sudamérica.
Nuestro lugar de reunión con esos extranjeros era en unas cafeterías junto a la catedral, en especial en un bar japonés.
Tras 2 días de estancia pensamos que nosotros no necesitábamos quedarnos más tiempo allí para aprender el español (sobre todo yo); ya llevábamos viajando juntos 3 meses, desde Florida (Estados Unidos) a Guatemala, visitando sitios UNESCO sin parar; necesitábamos descansar unos días y elegimos el lago Atitlán para vivir plácidamente una semana entera, disfrutando de los alrededores. Por ello al tercer día abandonamos Antigua en autobús y nos dirigimos a Panajachel.