MunDandy

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Israel Palestina

Una explanada muy disputada

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Durante mi vida viajera he visitado numerosos sitios donde los sentimientos religiosos afloran hacia el exterior con fluidez, pero probablemente ninguno de ellos llega a un punto tan álgido de expresión de esa sensibilidad como la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén y sus aledaños. El antiguamente conocido como Monte Moriá concentra en torno a sí a los fieles de las tres principales religiones monoteístas, con especial mención para los judíos, que lo consideran su lugar más sagrado, y los musulmanes, para quienes está situado en tercer lugar, tras La Meca y Medina. Lamentablemente, este recinto sagrado, que debía ser un ejemplo de convivencia entre tres credos que con diferentes matices defienden lo mismo, la existencia de un ente superior único sea llamado Dios, Alá o Yahvé, ha sido tradicionalmente disputado a lo largo del tiempo, con especial virulencia en la segunda mitad del malhadado siglo XX.

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Si habitualmente hago referencia a la Historia para intentar situar al lector ante el objetivo descrito, en este caso retrotraerse al pasado es más necesario aún. Las primeras menciones al Monte Moriá, al que los hebreos también identifican con su sagrado Monte Sion, se producen en antiguas escrituras conocidas desde miles de años atrás. Los tres credos mencionados con anterioridad parecen coincidir en que éste es el lugar donde Yahvé, Dios o Alá puso a prueba a Abraham pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac, Ismael en el caso de los musulmanes, sobre una piedra situada en el sitio donde actualmente se levanta la Cúpula de la Roca. Para los judíos el simbolismo de este espacio comienza incluso antes, pues aquí estaría situado el punto desde donde Yahvé inició la humanidad recogiendo un puñado de polvo, a partir del cual creó a Adán.

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De acuerdo con la tradición judía y cristiana, éste fue también el sitio donde Salomón levantó un santuario siguiendo las indicaciones de su padre, el rey David. Su finalidad era la de conservar el Arca de la Alianza, objeto donde se guardaban las llamadas Tablas de la Ley, que describían los diez mandamientos revelados por Yahvé o Dios a Moisés. Este primer templo fue destruido en el siglo VII a.C. durante una invasión babilonia liderada por Nabucodonosor II y se cree que el Arca desapareció entonces. Más adelante fue construido un segundo templo en el mismo espacio pero fue destruido de nuevo, en este caso por los romanos, ya en el siglo I de nuestra era. De esta edificación permanece aún el muro occidental, asimismo conocido en castellano como Muro de las Lamentaciones, que sigue siendo el lugar más sagrado para el judaísmo, donde sus fieles todavía acuden a rezar y expresar sus plegarias y peticiones.

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No tiene inferior importancia la Explanada de las Mezquitas para los creyentes musulmanes. De acuerdo con su tradición, el profeta Mohamed fue llamado por Alá al cielo desde la misma piedra sobre la que Ibrahim se dispuso a sacrificar a su hijo Ismael. Además de la Cúpula de la Roca, mezquita edificada en el punto donde este hecho se produjo, en la explanada se levanta también la mezquita al-Aqsa, la de mayor capacidad de Jerusalén. Fue mandada construir por los omeyas a finales del siglo VII, sobre las ruinas del templo de Salomón. Su nombre puede traducirse como la mezquita lejana, y hace referencia al viaje nocturno, durante el cual Mohamed fue transportado desde La Meca hasta un punto alejado, que se asocia con este lugar, antes de ser elevado al paraíso a lomos de una criatura celestial conocida como al-Buraq.

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Desde esos comienzos del siglo VIII, la Explanada de las Mezquitas y sus aledaños han sido fuertemente disputados entre judíos, cristianos y musulmanes, pasando a ser protagonistas de numerosos incidentes que, por desgracia, no han concluido aún. Uno de los más recordados comenzó tras una visita del entonces primer ministro de Israel, Ariel Sharon, que fue considerada una provocación por parte palestina y dio lugar a la tristemente famosa intifada de al-Aqsa. Curiosamente los judíos ortodoxos tampoco aprobaron la visita, pues su religión les impide acceder al sitio donde se cree estuvo situado el templo de Salomón, al considerar que podrían entrar en la zona restringida al sumo sacerdote. Valga ello como prueba del frágil e inestable equilibrio de tan sagrado lugar, sobre el que espero que Alá, Yahvé y Dios lleguen pronto a un acuerdo que ponga fin al conflicto y así sus fieles puedan convivir allí en paz para siempre.

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