Como suele ser habitual en otros templos similares debido al lapso de tiempo durante el que fueron construidos, la catedral de Vic muestra una amalgama de estilos que van desde el románico al neoclásico, pasando por diversas variedades del gótico y el barroco. Las obras se iniciaron durante la primera mitad del siglo XI y se prolongaron nada menos que hasta comienzos del siglo XIX, cuando el templo sufrió una completa remodelación durante la cual le fue añadida su actual portada. Incluso ya en la primera mitad del siglo XX fueron incluidas unas pinturas murales en su interior, que en la actualidad constituyen uno de sus rasgos más característicos. Entre tan abigarrada mezcla arquitectónica destaca especialmente el campanario, erigido a mediados del siglo XI y que responde fielmente a los principios del estilo románico lombardo.