Lugo (por Jorge Sánchez)
Iba realizando a pie el Camino Primitivo a Santiago de Compostela en compañía de mi sobrino y un amigo vasco. Lo iniciamos en Oviedo y una semana más tarde atravesamos el río Miño para, poco después, penetrar por la Puerta de San Pedro en la ciudad amurallada de Lugo. En la entrada había una gran piedra a manera de rueda de molino, donde estaba grabada la siguiente frase (en gallego):
Por aquí entrou o rei
Alfonso II O Casto , no século IX,
Inaugurando o primeiro
«CAMIÑO DE SANTIAGO»
1996
Caminamos hasta el albergue de peregrinos, que se hallaba dentro del recinto amurallado, presentamos la credencial al hospitalero (muy amable), nos cobró 5 euros por persona, tal como marca la norma de la Xunta de Galicia, nos entregó los juegos de cama con las instrucciones, y finalmente nos mostró las camas, más la cocina y los baños. Seríamos los únicos peregrinos en pernoctar esa noche en ese albergue y los primeros de ese año (era un mes de enero del año 2006). Nos sentíamos regocijados; ese albergue era el mejor de todos donde habíamos dormido durante el Camino Primitivo, y nos pareció un hotel de lujo. Además, teníamos el privilegio de dormir dentro del casco antiguo.
Yo ya conocía Lugo de viajes anteriores a Galicia, pero no mis compañeros, así que antes de cenar les hice de cicerone mostrándoles los atractivos de esa ciudad milenaria (se fundó en el año 13 antes de Jesucristo como un campamento romano y llamada después Lucus Augusti en honor de César Augusto. Fue una de las tres capitales de la antigua Gallaecia, junto a Braga y a Astorga). Comenzamos por la catedral, llamada Santa María, cuya construcción databa del siglo XII. Como estaba abierta entré para comprarle un cirio al monaguillo del párroco. El rey Alfonso II, durante su peregrinaje a Santiago, también se detuvo en ese lugar, donde se erguía entonces una iglesia.
Pero lo más impactante de Lugo lo constituye su muralla de granito, erigida por los romanos durante los siglos III y IV de Nuestra Era. A diferencia de la Gran Muralla de China, la de Lugo se preserva íntegra. Subimos a lo alto de la muralla para mejor apreciarla y admirar la ciudad desde lo alto de sus torres de defensa. La muralla tiene 10 puertas y su longitud supera los 2 kilómetros (exactamente 2.117 metros, según acabo de verificar en Google), sus muros tienen una anchura de 4 a 7 metros, y de sus 86 torres originales quedan 71. Al acabar la visita entramos en una tasca para cenar pulpo a feira con un buen chorro de vino de Ribeiro, y tras ello nos tumbamos rendidos en nuestras camas del albergue. Por la mañana abandonamos la muralla de Lugo por la Puerta de Santiago y proseguimos a pie nuestro Camino. ¡Ultreya!