La tierra de los arios
Llegué a la tierra de los arios en los albores del vigésimo día del primer mes del año 1390, según consta en mi visado de entrada. Curiosamente, y a pesar de que en Irán se cumplen escrupulosamente los dictados de la sharia, la forma de medir el tiempo no es exactamente igual a la que rige en la mayoría de los países islámicos, sino que lo hacen mediante un calendario propio. Su relación con el anuario gregoriano, seguido en Occidente, viene dada por el número 622, que corresponde al año de la Héjira. Fue entonces cuando el profeta Mahoma decidió huir desde su villa natal de La Meca a tierras más proclives a sus ideas, en concreto a la no muy lejana ciudad de Medina. Este primer detalle me hizo ya pensar que me encontraba en un país atípico e independiente donde los haya, firmemente decidido a conservar sus tradiciones y mantenerse libre de perniciosas influencias extranjeras.
Parece ser que ya desde el período aqueménida, varios siglos antes de nuestra era, los iraníes llaman a su tierra eran o aryan, es decir la tierra de los arios. Los arios auténticos, por tanto, no suelen ser poseedores de ese cabello rubio y ojos azules a los que generalmente se asocia el término. Fue una mala interpretación de esta palabra la que, tras diversos malentendidos, llevó en las primeras décadas del siglo XX a denominar así a ciertos individuos de raza caucásica, con las consecuencias que todos conocemos. Tampoco es del todo correcto referirse a los iraníes como persas, pues este concepto es relativo a la zona de procedencia de la dinastía aqueménida, pero no cubre las tierras por las que se extendieron con posterioridad.
Sea como fuere, lo que resulta evidente es que Irán es un país de larga historia, que se remonta al siglo VII a.C. cuando los medos se establecieron en este lugar. Poco después serían conquistados por un caudillo aqueménida de nombre Ciro que, junto a sus sucesores, expandieron su territorio hasta la actual Grecia y el norte de África. Tuvo que ser Alejandro Magno quien pusiera fin a su hegemonía y, tras una etapa de oscuridad, hacia el siglo III surgió el imperio sasánida, que se las tuvo tiesas con romanos y bizantinos hasta que fueron invadidos por los árabes cuatrocientos años más tarde. Desde entonces el Islam ha predominado en Irán, exceptuando algunos períodos de dominio mongol que comenzaron con la invasión de las tropas de Gengis Khan en el siglo XIII.
Tan vasta historia ha dejado una huella indeleble en toda la nación, que conserva un patrimonio insuperable. Desde los sitios arqueológicos de Persépolis y alrededores, donde tenían su Corte los emperadores aqueménidas y sasánidas, a las impresionantes mezquitas que pueden verse por todo el país, entre las que destacan los bellísimos ejemplares de Isfahán. Pasando por elegantes palacios y espectaculares mansiones, poderosas fortalezas, pueblos históricos en los que parece que el tiempo se ha detenido, e incluso lugares de culto de creencias que se mantienen desde mucho antes de la llegada del islamismo. Entre ellas se encuentran el cristianismo o el zoroastrismo, religión practicada por los aqueménidas y que aún perdura en diversos lugares del estado.
Porque, en contra de lo que suele pensarse, los iraníes son un pueblo considerablemente tolerante. Extrovertidos y alegres, intentan establecer diálogo con el visitante a pesar de la dificultad que plantean las barreras idiomáticas. Hospitalarios hasta límites insospechados, parecen desconocer en general actitudes prohibidas por su religión, como el robo o el engaño, tan habituales en otros lugares. Aparte de las bondades sin límite que reserva esta tierra para con el viajero, especialmente con aquel interesado en los matices históricos y artísticos de los lugares que visita, sus habitantes merecen por sí mismos que nos liberemos de los prejuicios infundados que mantenemos los occidentales hacia Irán y le demos una oportunidad. Yo así lo hice y puedo asegurar que en ningún aspecto me sentí defraudado.
Curioso lo de «Ario» y «Persa» tomo nota! ya he aprendido hoy un par de cosas sobre historia ^_^ ¿Ya me puedo ir a dormir? jeje
En serio, me ha parecido muy interesante.
Es un país que poco a poco la gente se anima a ir y del que leo bastante últimamente.
Pero igualmente, al mencionarlo en el trabajo o familia ya imaginas que caras ponen…en fin.
un saludo!
Hay mucho desconocimiento sobre diversos países, y el caso de Irán es uno de los más evidentes. En realidad, se trata de un lugar muy tranquilo y la gente es amable y hospitalaria, aunque también debo decir que conozco a alguien a quien le intentaron robar la mochila allí. Pero eso es algo que puede sucederte en cualquier parte.
No he oído de nadie que haya estado en Irán y no haya vuelto contando maravillas del país y su gente. Creo que eso es un punto a favor para visitar el país.
Un abrazo.
Irán es uno de mis destinos previstos para 2015 y ya te puedes imaginar qué caras ponen los de mi alrededor cuando me preguntan y lo digo, no sé realmente que pasará por sus cabezas, pero por las expresiones debe de ser algo como que voy a un país de caníbales como mínimo, en fin…no pidamos peras al olmo. Un saludito
Te gustará mucho si vas, en Irán se respira historia. Y lo que piensa la gente sobre este país está muy influido por el desconocimiento que se tiene de él en general. Espero que poco a poco relajen algo las reglas, porque me dio la impresión de que eso es lo que quiere el pueblo llano, pero incluso ahora el trato al visitante es inmejorable.
Un abrazo.