Capadocia (por Jorge Sánchez)
Unos 40 años atrás, tras presenciar las danzas derviches de la orden mevlevi en Konya, determiné viajar a la vecina región de Capadocia, región habitada antiguamente por los hititas, bizantinos y turcos selyúcidas. Cogí un autobús e hice base en Göreme, un pueblo que parecía sacado de un cuento de brujas. Me alojé en una pensión dentro de una gran roca, a lo Pedro Picapiedra, y salí a recorrer los alrededores.
Capadocia es, sin duda, uno de los sitios más originales de la Tierra; se diría que la naturaleza derrochó fantasía y creó paisajes dalinianos con montañas caprichosas en forma de piruletas, y valles rellenos de rocas «achampiñonadas». Con las aberturas de las dos ventanas más la puerta, las casas cónicas daban de lejos la impresión de ser gigantes con cucuruchos. Además, la bruma añadía un aura de irrealidad al lugar, un cierto aire fantasmagórico.
En dos días recorrí a pie y en autostop la mayor parte de los lugares principales más los monasterios e iglesias bizantinas con sus frescos dentro de las rocas. En un lugar llamado Kaymakli visité una ciudad rocosa subterránea con habitaciones en forma de panales de abeja, que fue habitada por los primeros cristianos. Tras Capadocia viajé en autobús a Pamukkale, otro Patrimonio Mundial.