Golfo de Bohai (por Jorge Sánchez)
Éste es uno de esos sitios de UNESCO difíciles de abarcar en su totalidad, pues sus 14 partes localizadas en el mar de Bohai se reparten en una gran zona geográfica, como en este caso en cuatro provincias chinas: Liaoning, Hebei, Tianjin y Shandong. En ese mar, que más bien es un golfo, vierten sus aguas cuatro grandes ríos chinos: Liao, Hai, Luan y Amarillo. Este último, debido a su longitud (casi 5.500 kilómetros) representa el sexto más largo del planeta. Sin darme cuenta, y en diferentes viajes a China, ya había estado en varios de estos 14 sitios a orillas del mar de Bohai, como cuando visité en Qinhuangdao la gran Muralla China penetrando en el mar; también cuando me acerqué al puerto de Tianjin, uno de los más activos del mundo.
Pero la mejor ocasión que tuve de apreciar este mar y las aves migratorias que lo sobrevuelan y que hasta se instalan por una temporada en sus bosques, fue en el año 2013, cuando dediqué un día entero a conocer la vieja ciudad rusa de Port Arthur, cercana a Dalian, con su vieja estación de tren rusa, los monumentos erigidos a la amistad entre los pueblos chino y soviético, más el museo explicando la cruel invasión de esa ciudad por los japoneses en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Allí me uní a una excursión de chinos, incluyendo, por tierra y por mar, la visita a toda la península de Liaodong y penetrando en una parte del mar Amarillo. Y al día siguiente abordé un barco en Dalian que al cabo de unas 8 horas me depositaría al otro lado del mar de Bohai, en Yantai, ya en la península de Shandong.
Una vez en Yantai, y tras una efímera visita a la ciudad, abordé a las pocas horas un autobús a la antigua ciudad alemana de Qingdao para contemplar los edificios que dejaron los alemanes durante la posesión de esa ciudad, así como su fábrica de cerveza Tsingtao, fundada por colonos alemanes a principios del siglo XX. En ese fantástico viaje en barco (fantástico para los amantes de los viajes y de los accidentes geográficos superlativos, como es mi caso) avisté y pude apreciar, además de aves migratorias, las llanuras de marea (o humedales costeros) que refiere UNESCO en su reseña.