Margarita se llama mi amor
Recuerdo con mucho cariño algunos momentos de mi infancia cuando escuchaba a mi padre cantar una canción que al parecer fue bastante exitosa a mediados del siglo XX. Su título era Margarita se llama mi amor y, aunque a mis oídos infantiles sonaba como una canción romántica, más tarde me di cuenta de que en realidad se trataba de una marcha militar. A pesar de mi creciente aversión hacia el militarismo en general, la imagen de mi progenitor tarareando algunas estrofas de la cancioncilla ha permanecido de manera indeleble en mi retina y volví a rememorarla mientras nos dirigíamos hacia la isla venezolana de igual nombre que su protagonista en diciembre de 2004.
En realidad, no está claro si la denominación de esta isla, situada a escasa distancia de la costa continental venezolana, hace referencia a alguna mujer o no. Algunos expertos sugieren que podría referirse a una archiduquesa austriaca que se convirtió en reina de España tras su matrimonio con Felipe III, pero hay varias otras hipótesis. Entre ellas, una que tiene muchos visos de validez hace referencia a la abundancia de perlas existentes en la zona y otra que un catalán de apellido Margarit le hubiera dado su apelación familiar. Sea como fuere, lo que parece claro es que la isla fue descubierta por Colón a finales del siglo XV y que la llamó Asunción, seguramente en referencia a la jornada en que la avistó por vez primera, tal y como era costumbre en el navegante genovés.
A diferencia de otras islas vecinas, los españoles decidieron permanecer en Margarita debido posiblemente a su exuberante vegetación, que auguraba la abundancia de agua en su territorio. Geográficamente la isla está formada por dos macizos montañosos, con cumbres que en algunos casos se acercan a los mil metros, unidos por un corto y estrecho istmo. En su parte oriental se encuentra el Cerro el Copey, cuyas laderas forman un ecosistema conocido por su alta biodiversidad y elevado número de endemismos. Desde hace más de cuatro décadas la zona fue declarada Parque Nacional y entre sus cuatro especies endémicas de mamíferos destaca el llamado mono margariteño, todo un icono local.
No menos biodiversa que su territorio vecino, la laguna de la Restinga está separada de mar abierto por una estrecha barra arenosa a la que debe su denominación. En época de lluvias, ésta queda a veces bajo el agua con lo que la laguna tiene una comunicación directa con el Caribe. Está situada en el istmo que conecta las dos partes principales de la isla y también está protegida bajo la figura de Parque Nacional de Venezuela. Cubierta por una vegetación en la que sobresalen diversos tipos de manglares, presume de una avifauna muy diversa entre la que destacan flamencos, garzas y pelícanos. En ella habitan numerosas especies de peces y moluscos, así como varias de reptiles en sus cercanías. A sus aguas llegan también ejemplares de tortugas marinas, que se dirigen hasta este lugar para desovar.
Montados en una barca que nos llevó a dar una vuelta por los numerosos manglares existentes en la laguna, pudimos navegar entre canales que parecían hacer referencia al nombre dado al país por los españoles. Gracias a la habilidad de nuestro barquero pudimos incluso tener en nuestras manos un caballito de mar, que fue cuidadosamente devuelto al agua tras ser observado con interés. Cuando llegó el momento de partir, volví a recordar aquella vieja canción dedicada a una chica que se secaba las lágrimas con un pañuelo cuando su novio marchaba a la guerra. E incluso llegué a emocionarme ante la posibilidad casi cierta de no volver a pisar Margarita nunca más.
Que maravilla de experiencia en Margarita relacionada con la canción. Una pequeña isla que a mí me sorprendió y que en las pocas horas que estuvimos me enamoró. Visitar la Laguna de la Restinga fue para nosotros una experiencia increíble, me recordó a aquellos paseos en bote por Costa Rica o Australia.
Gracias por recordarme lo bonita que es Isla Margarita 🙂
Me alegra mucho coincidir contigo en la buena impresión causada por Margarita. La Laguna de la Restinga me cautivó, desconocía casi todo sobre ese lugar y me pareció muy interesante. A diferencia de islas vecinas como Aruba, la biodiversidad de Margarita es impresionante.
Muchas gracias por tu comentario.