Promovido por Felipe II para conmemorar su victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín, el monasterio de El Escorial fue dedicado a San Lorenzo por celebrarse su festividad el día que acontecieron los hechos. Fue concebido también como panteón real de la dinastía de los Austrias, a la vez que como palacio donde el monarca pudiera pasar sus últimos días. Arquitectónicamente hablando se trata de una edificación renacentista, muy poco ornamentada y que sirvió de modelo para el estilo que luego se daría en llamar herreriano. Sus dependencias incluyen el monasterio propiamente dicho, el palacio del rey, una basílica en cuya cripta están enterrados numerosos monarcas españoles y diversos jardines.