Castel Sant’Angelo (Roma, Italia)
A pesar de lo que su nombre sugiere, el propósito original de Castel Sant’Angelo no fue el de servir como castillo sino como sepulcro. Fue un encargo del emperador Adriano, que pretendía ser enterrado en un lujoso y grandioso mausoleo. El elegido para realizar el proyecto fue el arquitecto Demetriano y las obras comenzaron a principios de la tercera década del siglo II. Sin embargo, no estaban finalizadas aún a la muerte de Adriano en el año 138, por lo que fue su sucesor, Antonino Pío, quien ordenó concluirlas y enterró allí a quien había sido su predecesor y su esposa Sabina. Varios emperadores más fueron sepultados en él posteriormente, hasta que cayó en desuso con la llegada del cristianismo. A finales del siglo VI empezó a ser conocido con su denominación actual, tras una epidemia de peste que asoló Roma. Para proteger la ciudad, se colocó una estatua del arcángel Miguel en su cima. Desde entonces y hasta la actualidad, sus usos han sido muy diversos. Entre ellos prisión, casa de la moneda, sede papal, cuartel, museo y, por supuesto, castillo.