Verde, que te quiero verde
El condado de Kerry está localizado en el suroeste de la isla de Irlanda y es uno de los más tradicionales dentro del estado que ocupa la mayoría de su territorio. La abundancia de precipitaciones en esta parte del país le confiere un aspecto inmaculadamente verde, destacando incluso en un lugar donde predomina tanto ese color como lo es la frecuentemente denominada isla esmeralda. Este aspecto deja de sorprender cuando se visita la zona, pues extraño es el día en el que en un momento u otro el chaparrón no esté asegurado. De hecho, el fenómeno que los angloparlantes denominan four seasons in one day, es decir, clima cambiante con episodios de sol, lluvia, viento y baja sensación térmica en la misma jornada, es bastante frecuente aquí incluso en pleno verano.
Aunque creado y publicitado probablemente con fines puramente turísticos, una buena forma de disfrutar las panorámicas que ofrece el condado es transitar por el llamado Ring of Kerry, recorrido circular de unos doscientos kilómetros cuyo punto de partida suele ser la localidad de Killarney. Inicialmente pensado para circular por él en vehículos de motor, existen variantes tanto para cicloturistas como incluso para caminantes, que transcurren por rutas de menor tráfico y senderos. A lo largo de todo el recorrido el viajero se ve rodeado por un paisaje de suaves colinas tapizadas por un color verdoso que asemeja al terciopelo, por las que discurren arroyos dirigiéndose con alegría a un mar que se antoja siempre cercano. A pesar de que el resultado puede resultar algo monótono en ocasiones no se puede negar su tremendo atractivo, especialmente para quienes estamos habituados a climas mucho más secos.
La localidad de Killarney, con frecuencia inicio y final del recorrido, está situada junto al espacio protegido del mismo nombre, uno de los más visitados de Irlanda. Es ésta una de las zonas con mayor abundancia de bosque del país, donde tiene cabida una amplia gama de especies tanto animales como vegetales. Existen también varios lagos, conectados unos a otros mediante canales. Y no faltan algunas construcciones dejadas allí por la mano del hombre, como la abadía Muckross, actualmente en estado semirruinoso, o el palacete del mismo nombre, rodeado por imponentes jardines. Ambos lugares fueron la semilla para la creación del Parque Nacional, declarado como tal una vez que sus propietarios donaron la impresionante mansión, que dio cobijo incluso a la reina Victoria, y sus tierras al pueblo irlandés.
Todavía en el condado de Kerry, pero unas millas hacia el norte, la península de Dingle presume de interesantes vistas, aderezadas además por la presencia de espectaculares acantilados que se recortan en el horizonte. La mencionada península aparece en el mapa irlandés como una suerte de lengua estirada, como si de alguna manera osara retar al poderoso océano. Azotada por vientos frecuentes, el paisaje es aquí algo menos bucólico que en lugares situados más al interior, que gozan de especial protección ante la fuerza a veces desatada del poderoso Eolo. Existe también el conocido como Ring of Dingle, de un recorrido más reducido que su homónimo de Kerry y que discurre paralelo al borde del Atlántico, cuyas alborotadas aguas de azul intenso se pierden en el horizonte hasta confundirse con un cielo de apariencia generalmente brumosa.
Existen numerosas huellas de la presencia humana desde antiguo en esta zona, como lo prueba la cantidad de yacimientos arqueológicos que se han encontrado. En la península de Dingle se encuentra también el llamado Gallarus Oratory, curiosa construcción con forma de quilla invertida que se cree fue construida en los siglos VII u VIII mediante piedras colocadas una sobre otra sin argamasa. Tradicionalmente considerado un lugar de culto, no está claro quienes fueron sus arquitectos, aunque las últimas teorías indican que se trató de los primeros cristianos que poblaron la isla. Quienquiera que fuesen sus creadores, asombra la delicadeza con la que están colocadas sus piedras que, a modo de piezas de un puzzle, dan en su conjunto una absoluta idea de unicidad. Quizás a semejanza de lo que predica la religión a la que fue dedicada esta capilla, sin duda la más extraña y una de las más atractivas que me he encontrado.