Lyon (por Jorge Sánchez)
Llegué a Lyon en tren. Salí de la estación de Part Dieu y, como ya conocía la ciudad de diversos viajes en el pasado, rápidamente crucé el río Ródano por el puente de Lafayette y me dirigí a la parte vieja, la más interesante, con vestigios romanos y la catedral de Saint-Jean-Baptiste, adonde entré para comprarle un cirio al párroco.
Esta última vez no ascendí a la basílica Notre-Dame de Fourvière, cuyo emplazamiento estaba en tiempos de los antiguos romanos ocupado por un foro que mandó construir nuestro césar español Trajano. Sin embargo le hice fotos desde abajo por nostalgia, pues considero que es la visita más entrañable que se puede realizar en Lyon. Esa basílica también está comprendida dentro de los lugares que componen este patrimonio mundial.
Lyon está llena de historia y es muy grato recorrer a pie el centro. Se la suele llamar la segunda París por poseer una pequeña torre Eiffel, de 86 metros de altura. Es además, tras París y Marsella, la tercera ciudad francesa con más población. Lyon es también escala del Camino de Santiago para los peregrinos que inician su andadura desde el sur de Alemania o desde Suiza. A pocos kilómetros hacia el oeste se halla Le Puy-en-Velay, que es donde comienza uno de los cuatro caminos franceses (los otros tres comienzos son en París, Vézelay y Arlés), por ello, al caminar por el centro de Lyon uno se encuentra de vez en cuando alguna flecha amarilla o concha que otra en el suelo o en las paredes.