Jaisalmer (por Jorge Sánchez)
De las 6 fortalezas que comprende el patrimonio mundial denominado «Fuertes de las colinas del Rajastán» conozco 3. Bueno, no me quejo pues no está nada mal; hay quienes no conocen ni una. Estas 6 fortalezas son:
1 – Amber, en Jaipur (la conozco)
2 – Kumbhalgarh, cerca de Udaipur (la conozco)
3 – Jaisalmer (la conozco)
4 – Chittorgarh (me falta)
5 – Ranthambore (me falta)
6 – Gagron (me falta)
La fortaleza de Jaisalmer fue la más espectacular y mi favorita de las tres que visité en un mismo viaje en el año 1989. Llegué a esta ciudad cercana a la frontera con Pakistán en tren atravesando el desierto de Thar.
Jaisalmer es una ciudad de color amarillo, como la arena del desierto y las piedras de sus casas. Desde lo lejos Jaisalmer con su fuerte parecía una ciudad de cuentos de hadas. Consistía en una grandiosa fortaleza del siglo XII de 5 kilómetros de perímetro asentada sobre una meseta rocosa; las casas, templos jainistas y palacios del interior, así como los del exterior, tenían los balcones y fachadas (llamados havelis), esculpidos a mano sobre piedra formando figuras geométricas y efigies de dioses de infinita delicadeza; en cada haveli había trabajo de años, y los callejones estrechos aunque llenos de excrementos de vacas y de niños derrochaban belleza y obras de arte. Es una ciudad que recuerda un poco a Palmira (Siria), bastante a Marrakech (Marruecos) y mucho a Petra (Jordania).
Jaisalmer fue inconmensurable rica en el pasado gracias a su oposición geográfica en la ruta de las caravanas. En la actualidad sus gentes vivían del gas, del contrabando con la vecina Karachi (Pakistán), y de los centenares de turistas que llegaban a diario en autocares con aire acondicionado para efectuar excursiones en camello por el desierto misterioso. Tras dos días de disfrutar la atmósfera y belleza de Jaisalmer, escuchando a diario música callejera, me marché en tren a descubrir otras ciudades de ese fascinante país que es India.