Persépolis (por Jorge Sánchez)
Debido a las prisas, en el año 1996 había visitado superficialmente Persépolis (sólo una hora). Por ello, 20 años más tarde repetí la visita y esta vez empleé entre las ruinas de Persépolis más una cueva y una necrópolis cercana con una torre dedicada a Zoroastro (Naqsh-e Rostam) un total de 4 horas. Esta segunda visita a Persépolis la hice debido a que, en el ínterin, había averiguado que el primer europeo (aparte de los griegos de Alejandro Magno, que la destruyeron) que admiraron sus ruinas y las identificaron con la antigua capital persa, fue el diplomático español García de Silva y Figueroa, de Zafra (Extremadura), durante su viaje a la India, y quería rendirle pleitesía.
En la estación de autobuses de Shiraz coincidí con dos españoles de Barcelona y entre los tres alquilamos un taxi por medio día a un precio razonable a los tres sitios que nos propuso el conductor. Lo más impactante fueron las ruinas de Persépolis, ciudad que destruyó el griego Alejandro Magno en el siglo IV antes de Nuestra Era. Las crónicas dicen que Alejandro, estando completamente borracho de beber tanto vino, lanzó la primera antorcha sobre el palacio de Jerjes, y pronto fue imitado por sus generales y soldados, dejando hoy Persépolis en su estado lamentable actual.
A la entrada contratamos un guía local que hablaba el español para bien enterarnos de la historia del lugar. Hubo un momento en el que, debido al fuerte calor, abandoné las explicaciones y me refugié debajo de un árbol bebiendo jugos de granada sin coerción. Al salir mis compañeros nos dirigimos a la cueva. Finalmente, a una decena de kilómetros de distancia de Persépolis, visitamos la necrópolis, cuyos relieves nos maravillaron a todos. Celebramos la excelente y larga excursión sentados sobre la hierba de los jardines del poeta Hafez, en Shiraz, comiendo higos; había sido un día muy didáctico.