Sintra (por Jorge Sánchez)
Me propuse en un mismo día visitar la «nariz» de Portugal, es decir, Sintra con dos palacios, Cascais, Estoril más el Cabo da Roca. Y lo logré. El día anterior me había comprado un billete combinado de tren más autobús, válido durante 24 horas, para viajar a todos esos sitios. Madrugué y comencé las visitas por el primero: el Palacio Nacional de Sintra. Caminé desde la estación del tren al centro. Ya desde lejos el palacio aparecía espectacular con sus dos chimeneas cónicas características.
Llegué a la plazoleta del palacio real y leí que lo abrirían una hora más tarde, así que para hacer tiempo me entretuve subiendo por unos estrechos callejones hasta que di por casualidad con la casa donde vivió el poeta inglés Lord Byron, y justo al lado entré en una cafetería llamada O Cantinho do Lord Byron, donde desayuné por segunda vez, pidiendo un café con una deliciosa «queijada da Sapa». Cuando abrieron el palacio lo visité por una hora. Era bello, tanto exterior como interiormente. Incluso entré en las cocinas y me fijaba en los diseños de los azulejos.
Tras Sintra compartí un taxi con otros turistas hasta el palacio da Pena, de historia muy interesante y arquitectura que mezcla los estilos manuelinos, renacentista, gótico y hasta mudéjar. Me recordó al también fantasioso y romántico castillo de Neuschwanstein, en Alemania. Las vistas desde Pena eran extraordinarias. Al abandonar el palacio me fijé en la curiosa escultura de Tritón sosteniendo un balcón.
Volví a Sintra para empalmar con un autobús que me dejó en Cabo da Roca. Allí empleé una hora de tiempo, más o menos, pues esa era la regularidad del autobús. Muchos turistas compraban en una tienda junto al faro un certificado donde se afirmaba que habían alcanzado el punto más occidental de Europa.
Llegué a Cascais a tiempo para pedir en un restaurante céntrico mi plato favorito portugués, bacalhau com natas. Y ya entrando la noche escalé una media hora con el autobús en Estoril, donde apenas me dio tiempo a entrar en su casino. Finalmente, algo reventado, regresé a mi hotel de Lisboa para descansar. Había sido un día muy agitado.