Braga (por Jorge Sánchez)
Me alegré cuando en el año 2017 la UNESCO añadió a su lista indicativa este santuario de Braga. Había viajado desde Oporto a Guimarães, para ver en esta ciudad un patrimonio mundial (Centro histórico de Guimarães), y aproveché el día para acercarme a la vecina Braga. En mi regreso en tren a Oporto estaba convencido de que mi visita de Braga había sido mucho más gratificante que la de Guimarães. Espero que el santuario de Braga forme pronto parte de los patrimonios mundiales.
Desde el centro de Braga abordé un autobús hasta la falda de una colina, en cuya cima se hallaba el santuario del Bom Jesus. La misma escalada en zigzag era parte del peregrinaje. En diferentes etapas había esculturas y fuentes. Oí que, a veces, algunos peregrinos ascendían los casi 600 escalones de rodillas, pero el día que yo estuve (en el año 2013) no vi a ninguno de ellos; todos los peregrinos o bien tomaban un funicular o subían a pie, como yo.
La iglesia actual (junto a la escalinata) databa de finales del siglo XVIII y principios del XIX; era de estilo barroco. Estaba abierta y entré para ver su altar. Había muchos peregrinos portugueses que compraban cirios. Yo seguí el ejemplo y compré también un cirio a un párroco. Había en el santuario seis capillas y cuatro fuentes con estatuas de los cuatro evangelistas (San Juan, San Lucas, San Marcos, San Mateo). Otra parte seguía la Vía Crucis, y había fuentes representando las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), las 5 heridas de Cristo, y varias más fuentes alegóricas.
Por otra parte, la vista que ofrecía desde lo alto ese santuario era otro de los atractivos que justificaban el visitarlo. Como estaba obsesionado por visitar concienzudamente Guimarães, empleé sólo 2 horas en Braga y dediqué 4 a Guimarães. Hoy haría exactamente lo contrario, 4 horas para Braga y 2 para Guimarães, pues Braga me satisfizo mucho más que Guimarães.