Nara (por Jorge Sánchez)
Llegué a Nara oscureciendo. Encontré un parque, desenrollé mi saco y me puse a dormir plácidamente sobre un banco de madera de respaldo curvo, mis preferidos. Hacia las 5 de la mañana sentí que me lamían la cara y me desperté sobresaltado ¡Era un ciervo! Había varios ciervos en ese parque y no temían al hombre. Los sintoístas los consideran sagrados. Como pronto amanecería ya no me volví a acostar. Esperé a que abrieran el templo de Todai-ji. Una vez que los monjes me vieron esperando afuera sentado en cuclillas, me preguntaron por qué no había pedido ayuda para dormir dentro del templo en vez de hacerlo en el parque.
Todai-ji es uno de los templos que incluye este sitio UNESCO, aunque el año que yo lo visité (1982) aún no era Patrimonio Mundial, y yo tampoco me preocupaba en esos tiempos por visitarlos. Había ido a Nara porque unos monjes budistas del monasterio Zen donde acababa de pasar varios meses, me lo habían aconsejado. El tesoro principal de ese templo era el famoso Buda de madera, y se considera la estructura de madera más grande del mundo. Ese Buda se llamaba Dainichi, aunque era comúnmente conocido como Daibutsu, o Gran Buda. Todavía visité otros templos vecinos, el Palacio de Nara y un santuario sintoísta muy famoso antes de viajar a Tokio con la esperanza de encontrar un trabajo, ya que me encontraba prácticamente sin dinero, ni siquiera para regresar a mi pueblo Hospitalet de Llobregat, en mi querida España.