Darb Zubayda (por Jorge Sánchez)
La UNESCO compara esta ruta con el Camino de Santiago, o con la Ruta de la Seda, entre otras. Existen cuatro rutas que entran en Arabia en esta lista indicativa:
1 – Camino sirio del Hajj (Hajj es la peregrinación a La Meca y Medina, uno de los cinco preceptos del islam)
2 – Camino egipcio del Hajj
3 – Ferrocarril del Hiyaz (ya no existe este tren que en tiempos del Imperio Otomano unía Damasco con Medina)
4 – Ruta de peregrinaje de Kufa a La Meca
Son cuatro rutas diferentes y de ellas atravesé dos en los lugares de convergencia con otras, aunque sólo me puedo «apuntar» con propiedad la cuarta variante, pues escalé un día entero en una encrucijada de caminos, en la población de Hafar Al-Batin.
Mi autobús partió de Amán, en Jordania, y entró en Arabia Saudita por el sur, parando unas horas en Tobuk (escala en el Camino sirio del Hajj y en el del Ferrocarril del Hiyaz), ciudad que noté llena de militares debido a la cercanía con la frontera con Israel. Por el camino vimos muchos camellos que parecían salvajes. En mi autobús venían principalmente obreros que iban a Kuwait y Bahréin a trabajar. Los había, aparte de jordanos, egipcios, turcos y hasta algún sudanés. Sólo unos pocos se dirigirían a los lugares santos del islam. Cinco veces al día hacíamos una parada para la oración, tiempo que yo aprovechaba para ir al lavabo del desierto detrás de una palmera.
Llegué la segunda noche al destino final del autobús: Hafar Al-Baten, ciudad grande en medio del desierto. Allí había de todo, hoteles, restaurantes, oficina de correos, aeropuerto, etc. Una carretera la unía a Kufa, junto a Najaf, en Iraq. En Hafar Al-Baten, algunos de mis compañeros de autobús me proponían en broma unirme a ellos en el Hajj, sabiendo que como cristiano me era imposible ir a La Meca por carecer de los necesarios documentos que controla la Policía Religiosa por el camino. Casi todo un día me quedé en Hafar Al-Baten, escala de los iraquíes hacia La Meca. Por todas partes había militares con los rifles en ristre. No paré de descubrir la ciudad. Tenía tiempo debido a que estaba esperando a otros pasajeros para compartir un taxi hasta Kuwait. Esa noche dormí sobre un tapiz en una cafetería a pie de carretera, llamada Almuhaya, que permanecía abierta 24 horas al día, bebiendo tés y comiendo pinchos morunos. Por la mañana del día siguiente llegaron más pasajeros y entre varios ocupamos un taxi compartido que varias horas más tarde nos depositó en el centro de Kuwait.