Maalula (por Jorge Sánchez)
Visité Maalula en mi viaje de regreso en autobuses desde Damasco a Turquía, vía Alepo. Para desplazarte entre ciudades primero tenías que anotar tu nombre y número de pasaporte en una hoja de la terminal de autobuses, te registraban la bolsa al abordar el autobús y luego había dos controles militares de la documentación, uno a la salida de la ciudad de origen y otro a unos kilómetros antes de llegar a la ciudad de destino.
Al arribar a Maalula me quedé gratamente sorprendido. Sus casas estaban empotradas en la roca de una montaña; el lugar era bello, se asemejaba a un poblado troglodita. Lo que me motivó a escalar durante medio día en este sitio único es que sus habitantes preservaban el arameo occidental, la lengua que usaba Jesucristo. Enseguida uno nota que la mayoría de la población es cristiana. Conté que por cada mezquita había unas cinco iglesias o monasterios. Tras deambular durante varias horas penetrando en sus estrechos callejones, visité un convento que estaba en la falda de la montaña, dedicado a Santa Tecla, y rogué que me recitaran la oración del Padrenuestro en la lengua de Jesucristo. Al oírla, me emocioné y se me puso la piel de gallina. A media tarde abandoné Maalula y me dirigí al castillo cruzado de Crac de los Caballeros, en cuyo interior dormiría esa noche.
Este viaje lo realicé en el año 1988. Por desgracia, dos décadas y media tras mi visita, bestias sanguinarias, verdaderos enemigos de la humanidad como son los terroristas musulmanes, además de matar a parte de la población de Maalula y secuestrar monjas cristianas, destruyeron iglesias y monasterios milenarios, como ya hicieron arrasando parte de Palmira, lugar sirio que había visitado unos días antes.