El hombre que todo lo sabe
La primera idea que me vino a la cabeza cuando conocí a Michael Ramoseoa fue: ‘Este tipo no parece un guía para nada’. Honestamente, creo que prejuzgo a las personas por su aspecto físico mucho menos de lo habitual en la sociedad en que vivimos, pero la realidad es que Michael no tiene aspecto de guía. Unos sesenta años de edad, cabello descuidado, barba de varios días, prácticamente desdentado por el consumo de betel, camiseta raída, pantalones que los sintecho de aquí no aceptarían ni por asomo. Allí estaba, sonriente, interesándose por nuestra nacionalidad. Al decirle que éramos españoles, me miró asombrado y empezó a contarnos como el berciano Álvaro de Mendaña arribó a la isla de Guadalcanal allá por 1568. Cuando, poco tiempo después, subimos a la Colina 73 y Michael le indicó a un oficial de la marina estadounidense que había errores en el memorial que allí existe en recuerdo de la terrible batalla librada durante la II Guerra Mundial, me convencí definitivamente de que no había en todas las Islas Salomón alguien con tan vastos conocimientos de su país.
Corrían los últimos días de Julio de 2008 y habíamos llegado a Honiara poco tiempo atrás. Buscando a alguien que nos enseñara parte de Guadalcanal fue como conocimos a Michael, que, durante los dos días posteriores, nos deleitó con su saber y su amabilidad. Desde la Colina 73 hay unas vistas fantásticas del Iron Bottom Sound, el estrecho comprendido entre las islas de Guadalcanal, Florida y Savo, así denominado por las decenas de navíos de guerra que allí permanecen hundidos desde 1942. Bajando la colina cruzamos el pueblo llamado Coca-Cola, conocido con este curioso nombre debido a las miles de botellas de este refresco dejadas en aquella zona por las tropas estadounidenses al terminar la contienda. Y desde aquí subimos a la Colina 35, donde se encuentra el memorial japonés, peor conservado y mucho menos visitado que el anterior.
Cruzando el río Matanikau, que marcaba la frontera entre ambos contendientes, nos dirigimos a la llamada Bloody Ridge, o Colina Sangrienta. Debe este terrible nombre a una feroz batalla allí celebrada en septiembre de 1942, que terminó con numerosas bajas por ambos bandos. Con Michael dándonos explicaciones en todo momento nos dirigimos hacia Henderson Field, aeropuerto construido por los japoneses durante la guerra y que luego pasó a manos estadounidenses. Fieros combates por el control de este lugar, que está situado justo donde ahora se localiza el aeropuerto internacional de Honiara, aquí se produjeron. Todavía puede verse una estructura metálica que corresponde a su torre de control original, aún en pie a pesar de los intensos bombardeos.
Dejamos la parte oeste de la isla para el día siguiente. Allí vimos lo que fue un hospital usado durante la guerra y que aún se conserva. De camino hacia Vilu pasamos junto a varias viejas palmeras que todavía muestran agujeros en su tronco, producidos por proyectiles disparados durante la batalla. Este lado de Guadalcanal está bastante invadido por la selva y Michael nos recordaba sus tiempos de entrenamiento militar en zonas de espesa vegetación, pues ese fue uno de los muchos trabajos que ha desempeñado a lo largo de su vida. Fue precisamente en este lugar donde la malaria hizo estragos entre las tropas niponas, causando miles de bajas entre sus soldados y decantando la contienda hacia sus rivales.
En la zona conocida como Vilu pueden verse restos de varios aviones y cañones de defensa antiaéreos japoneses. Todo un descubrimiento para Daniel que, en la inocencia propia de sus cuatro años, imaginaba que los aviones de guerra son todos antiguos y están rotos en el suelo. Tomamos rumbo de vuelta a Honiara y nos despedimos de Michael, deseándole suerte para el futuro. Pensé que no volvería a verle jamás pero en el avión que nos devolvía a Fiji me topé con un rostro conocido, que me sonreía desde la revista de las líneas aéreas de las Islas Salomón. Allí, en una larga entrevista, Michael Ramoseoa demostraba una vez más todo su saber. El autor del artículo, con muy buen criterio, lo había titulado The man who knows it all o, lo que es lo mismo, El hombre que todo lo sabe.
Interesantísimo post, de los que mas me han gustado últimamente. Lo único que falta es una foto del bueno de Michael. Si me doy prisa en ir para alla lo mismo aun le pillo en activo…
Estupendo Floren!
Me alegra mucho que te haya resultado interesante, Nacho. Lástima no tener una foto de Michael, aunque recuerdo perfectamente su imagen desaliñada. A pesar de su edad era una persona muy activa, seguro que lo encuentras en Guadalcanal cuando vayas por allí. No olvides darle recuerdos.
Muchas gracias por tus palabras.
Me hubiera gustado ver la cara del marine tras las correcciones!
Que bueno poder aprender detalles de la historia de mano de alguien que sabe bien del tema.
Un saludo
Tanto el marine como yo nos quedamos boquiabiertos. El estadounidense parecía algo condescendiente al principio, como perdonándole un poco la vida a Michael. Pero cuando se dio cuenta de que tenía razón rápidamente lo admitió y lo felicitó por sus conocimientos.
Muchas gracias por tu aportación.
Me ha recordado a la Isla de Pascua.
Saludos viajeros
El LoBo BoBo
No he estado en Pascua, pero por las fotos que he visto el paisaje debe ser bastante diferente. Guadalcanal está cubierta por una vegetación espesísima, excepto en los (escasos) asentamientos humanos.
Un saludo.