Dali Cangshan (por Jorge Sánchez)
Dali fue mi primer destino chino tras abandonar las montañas de los alrededores de Sapa, en Vietnam. Al cruzar la frontera con China alcancé Kunming ese mismo día y de allí viajé a Dali, adonde llegué al día siguiente. Me alojé en un hostal junto al lago Erhai, cerca de la montaña Cangshan. En la cafetería donde desayunaba cada mañana había un cliente chileno con quien hice amistad. Él llevaba allí viviendo varios años y pintaba cuadros de los hermosos lugares de Dali que luego mandaba a Chile para venderlos. En sus pinturas introducía técnicas y motivos chinos, por lo que eran muy bien acogidas en su país.
Pasé tres días con dos noches en esa hermosa y antigua ciudad amurallada, que llegó a ser capital de un reino. Alquilé una bicicleta para explorar sus alrededores naturales, como el lago, sus montañas y sus pagodas. Como Yunnan es una región china muy rica en grupos étnicos, por las calles de la ciudad veía vestimentas fantásticas pertenecientes a los tibetanos, a los Miao, los Yi, los Bai, los Naxi, etc. Debido a ese colorido, Dali me recordó a Disneylandia.
Lo curioso de Dali es que la inmensa mayoría de los turistas eran chinos, venidos de otras provincias, y apenas me encontré con extranjeros provenientes de Europa o América. Sin embargo, Dali era una ciudad mucho menos turística que su vecina Lijiang, Patrimonio Mundial, mi siguiente destino.