El templo budista de Gal Vihara, constituido en el siglo XII en la zona central de Sri Lanka, está dedicado en su totalidad a cuatro estatuas de Buda talladas directamente en la roca granítica. Dos de ellas, una de cuatro metros y otra de metro y medio de altura, lo representan sentado, en la posición de flor de loto; una tercera, de casi siete metros, lo muestra de pie, con los brazos cruzados y un rictus de tristeza, mientras que en la cuarta, de casi quince metros de longitud, aparece reclinado al haber alcanzado el nirvana. Esta última figura está considerada el mejor ejemplo de escultura cingalesa y es la imagen más venerada del país.