Encaramada a una colina que se eleva sobre la actual ciudad de Carcassonne, la ciudadela homónima tiene sus orígenes en un oppidum construido aproximadamente en el siglo VI a.C. Ya existía por entonces una población fortificada en ese lugar, que fue ampliada con posterioridad durante la dominación romana y más aún cuando en ella se instalaron los visigodos. Más adelante la ocuparon los árabes por un breve espacio de tiempo, hasta que cayó en manos de los francos en el siglo VIII. Su imagen definitiva fue adquirida durante el periodo medieval, cuando se efectuaron diversas remodelaciones entre las que destaca la que incluyó el Castillo Condal en sus límites. Tras un periodo de oscuridad, cuando incluso estuvo a punto de ser demolida, renació en el siglo XIX al ser sometida a una polémica restauración que le dio su aspecto actual.