Como un emperador
Nada más aterrizar en Seúl acompañado de mis habituales compañeros de viaje me sentí algo sorprendido por la temperatura. Esperaba un asfixiante calor húmedo y nos recibía una brisa suave y agradable, más propia seguramente de la primavera que del caluroso estío tan común en Extremo Oriente. Mientras nos dirigíamos en autobús hacia el centro de la ciudad, mis ojos tenían la oportunidad de contemplar por primera vez el paisaje urbano de esta gran metrópoli. La capital surcoreana ha sufrido numerosas vicisitudes a lo largo de su larga historia y en la actualidad la mayor parte de sus edificios responden a un estilo de arquitectura contemporáneo. Aunque, a diferencia de otras urbes asiáticas y norteamericanas, su paisaje urbano es menos uniforme y no prima la altura en exceso.
Uno de los puntos fuertes para el visitante de la ciudad es el palacio conocido como Changdeokgung, término que literalmente significa el palacio de la virtud que prospera. Changdeokgung es uno de los cinco grandes palacios levantados en Seúl en tiempos de la dinastía Joseon, que reinó en Corea durante más de quinientos años. Este fastuoso complejo palaciego fue edificado a principios del siglo XV, aunque quedó reducido a cenizas durante la invasión japonesa de finales del siglo XVI y hubo de ser reconstruido a comienzos del siglo XVII. El último emperador de Corea, de nombre Sunjong y que fue derrocado por una nueva invasión japonesa en 1910, residió en sus dependencias hasta su muerte, ocurrida unos quince años más tarde.
Quizás la mejor imagen de tan grandioso palacio la ofrezca la puerta denominada Donhwamun. Sirve como principal acceso al interior del recinto y fue construida en 1412, aunque quedó completamente calcinada durante una de las frecuentes invasiones de los vecinos japoneses. Su apariencia actual data de 1608, cuando fue reedificada por órdenes del monarca Gwanghaegun. Esta puerta se abría solamente para que el emperador o los embajadores extranjeros accedieran al complejo y era considerada el punto de partida de todos los caminos del imperio Joseon. Consta de dos pisos cubiertos por tejados arqueados, característicos de la dinastía y sus dimensiones imponen bastante.
Vecino al complejo palaciego se halla el santuario Jongmyo, establecido a finales del siglo XIV por Taejo, el primer monarca de la dinastía Joseon. En aquellos tiempos estaba considerada la edificación más larga de Asia, pero, como no podía ser de otra manera, fue destruida por los japoneses a finales del siglo XVI y tuvo que ser reestructurada nada más terminar la contienda. De esa época es la versión que podemos ver en la actualidad, que los expertos consideran el templo confucionista más antiguo que ha perdurado en el tiempo. En su interior continúan celebrándose ceremonias rituales a la manera en que lo hacían en la época de su fundación.
Como en todo buen palacio que se precie, en Changdeokgung no podía faltar un suntuoso jardín. Originalmente conocido como Huwon, o jardín de atrás, más adelante pasó a llamarse Biwon, o jardín secreto, y fue concebido hasta el más mínimo detalle para el uso y disfrute del emperador y su familia. Ocupa buena parte del recinto palaciego y lo habitan árboles de más de cien especies diferentes, algunos de ellos superando los trescientos años de vida. Incluye estanques con flores de loto, pabellones de bellas formas, arroyos excavados artificialmente en la roca e incluso una pequeña cascada artificial. Todo un remanso de paz, donde llegué a sentirme como un auténtico emperador Joseon. Salvando las distancias, por supuesto.