Sanchi (por Jorge Sánchez)
Iba viajando en trenes gratis para los sadhus, desde Allahabad hasta Bombay (en el año 1988 se llamaba así la actual Mumbai), cuando el tren realizó una parada en una población llamada Sanchi, y exclamé: – ‘¡Vaya hombre, Sanchi, parecido a mi apellido Sánchez! ¡Igual algún antepasado mío ha pasado por aquí!’ Y descendí para averiguar si algún Sánchez del medievo había fundado esa ciudad. Pensaba que tal vez hubo un Sánchez entre los acompañantes de la Embajada de Ruy González de Clavijo a Samarcanda en el siglo XV, y tras el encuentro con Tamerlán el osado Sánchez abandonó a Clavijo y se internó en solitario en la India a la búsqueda de aventuras. Pero en Sanchi me encontré un complejo budista con una gran estupa, más un museo y un templo. Todo databa del siglo III antes de Jesucristo y fue erigido por órdenes de Asoka, el emperador budista. No había, por tanto, relación entre Sanchi y el supuesto aventurero Sánchez.
Pero no lamenté mi parada y empleé unas 3 horas en visitar el sitio. En el complejo había, además de la gran estupa, un museo más un templo, y más a lo lejos distinguí otras estupas de menor tamaño que no me preocupé por visitar. Visité por unos minutos el templo, pero no entré en el museo. Vi estatuas budistas de piedra, algunas en excelente estado de conservación, pero otras tenían la cara desfigurada, obra, sin duda, de fanáticos musulmanes. En una placa estaba escrito en inglés que Sanchi fue el santuario budista más antiguo de India. No vi ninguna placa de UNESCO, aunque tampoco la busqué. Pero un año más tarde (en 1989), ya de vuelta en mi pueblo Hospitalet de Llobregat, en España, me enteré de que Sanchi acababa de ser nombrado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Me sentí satisfecho con haber descubierto el misterio del nombre Sanchi. A las pocas horas abordé otro tren con destino a Mumbai.