De negro a rosa
Los denominados pueblos negros son una serie de diminutas poblaciones localizadas fundamentalmente en la vertiente sur de la Sierra de Ayllón, al noroeste de la provincia de Guadalajara. Existen también algunos ejemplos en la vertiente norte de la mencionada sierra, ya en tierras segovianas, así como algo más al oeste, en la provincia de Madrid. Estas localidades, la mayoría de ellas aldeas que no llegan a alcanzar los cien habitantes, deben su curioso apodo al empleo de la pizarra negra típica de la zona en la construcción de sus viviendas, lo que da a las casas un característico tono oscuro. Toda esta zona sufrió una gran despoblación en la segunda mitad del siglo XX que llevó incluso al abandono de algunos pueblos, como ocurrió con Umbralejo. Pero a finales del siglo pasado la mayor parte de ellos emergieron de sus cenizas, gracias al auge del turismo rural, y muchas viviendas fueron reconstruidas a la manera tradicional, respetando el estilo propio de la arquitectura negra. En el caso de Umbralejo, todo el caserío fue restaurado de una manera admirable y ahora es posible visitarlo, aunque no vive nadie allí de forma permanente.
Valverde de los Arroyos es quizás la población más interesante de la zona. Está situada en la falda este del pico Ocejón, la montaña más alta en la parte oriental de la Sierra de Ayllón con más de dos mil metros. Aparte de interesantes muestras de arquitectura popular, esta localidad cuenta con tradiciones ancestrales, como la denominada fiesta de los danzantes en la que un grupo de hombres ataviados con el traje tradicional bailan al ritmo que les marca una especie de gaitero. También merece la pena visitar la iglesia, toda de pizarra a excepción del tejado, que se encuentra junto a la encantadora Plaza Mayor del pueblo. En verano es común ver a los paisanos a la puerta de sus casas ofreciendo productos como tomates, peras y otras frutas a los visitantes que hasta allí se acercan.
Justo en la vertiente opuesta del Ocejón, la oeste, se encuentra la localidad de Majaelrayo. Este pequeño pueblo, apenas habitado por sesenta habitantes, sufrió una gran despoblación en la segunda mitad del siglo XX y a punto estuvo de desaparecer. Afortunadamente, el turismo vino en su ayuda y ahora existen en la villa y alrededores diferentes negocios relacionados con el turismo rural que han vuelto a dar vida a una población que se extinguía. También se celebra aquí una fiesta ancestral, con un grupo de danzantes bailando al son del instrumento tradicional conocido como botarga. Y pueden verse buenas muestras de la denominada arquitectura negra en Majaelrayo, aunque carece de rincones con el encanto que tienen algunos en la cercana Valverde de los Arroyos.
Los caseríos de Campillejo, El Espinar, Roblelacasa y Robleluengo pertenecen al municipio de Campillo de Ranas. Las escasas viviendas existentes en estas poblaciones responden a los conceptos de la arquitectura negra casi en su totalidad y la mayoría de ellas son de construcción antigua, al contrario que en pueblos más grandes donde es habitual encontrarse con ejemplos de moderna fábrica. Destacan las iglesias de Campillejo y Robleluengo, construidas en pizarra en su totalidad incluyendo la espadaña y la techumbre. Un gran número de casas en estas localidades incluyen unas piedras pintadas de blanco formando una cruz cuyo significado me es desconocido pero que aporta un contraste interesante con la oscura pizarra.
Campillo de Ranas probablemente sea el pueblo negro más visitado. No me parece el más interesante arquitectónicamente hablando pero es bastante conocido por la cantidad de bodas que en él se celebran. Coincidiendo con la aprobación del matrimonio homosexual, el alcalde de la población decidió impulsar las ceremonias matrimoniales en la villa y desde entonces el número de enlaces, tanto heterosexuales como homosexuales, va en constante aumento. Hay parejas que incluso llegan del extranjero para casarse en este lugar, que empieza a ser famoso por la tolerancia de sus habitantes. Hace unos años el propio alcalde contrajo matrimonio con su compañero, el juez de paz de la localidad. Esperemos que esta especie de turismo nupcial contribuya a que el futuro de estas encantadoras poblaciones torne del negro reciente a un prometedor rosa.
¡Hola Floren!
Me ha hecho ilusión que escribas sobre mi tierra, porque Guadalajara existe y a la vista está que con lugares muy interesantes. A mí también me resultó curioso saber que mucha gente va a casarse a Campillo de Ranas y que es muy famoso entre los homosexuales, es un bonito contraste.
Te dejo mi crónica sobre los pueblos negros por si le quieres echar un vistazo: https://www.unplanetaporviajar.com/pueblos-negros-guadalajara/
¡Un saludo!
Muy buen post y excelentes fotos, enhorabuena. Curiosamente, una de las imágenes de Umbralejo está tomada desde el mismo sitio que una que hice yo, aunque la tuya es mucho mejor. Por cierto, haz caso a lo que te dicen en uno de los comentarios y vete a la parte segoviana de la sierra de Ayllón. Pueblos como El Muyo, Villacorta o Madriguera (estos dos últimos de arquitectura roja) te van a gustar, seguro.
No es porque seas de allí, pero la provincia de Guadalajara es una de las que más bonitas de España. La conozco bastante bien, aunque me faltan lugares que tengo muchas ganas de visitar como Atienza o Pastrana, por ejemplo. En el caso concreto de los pueblos negros, me dejaron casi sin aliento, porque la arquitectura rural me encanta y me trae muy buenos recuerdos de mi infancia. Y el alcalde de Campillo de Ranas es todo un crack, con su magnífica idea ha conseguido que su pueblo sobreviva, que no es poco.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo.