Isla de los Museos (por Jorge Sánchez)
En mi vuelo desde Siberia a Barcelona, en España (vía Kaliningrado, incluyendo un trayecto en autobús a Alemania), me detuve por un día y medio en Berlín, lo que constituyó mi tercera visita a esa ciudad (la primera fue en los años de 1980, cuando existían las dos Alemanias, y la segunda fue dos décadas después, cuando ya se habían reunificado).
En este tercer viaje a Berlín consideré visitar cuatro de los cinco museos que alberga Museuminsel (Isla de los Museos), ubicados en una isla del río Spree, que son:
– Bode, con su arte bizantino, egipcio y colecciones numismáticas.
– Neues Museum (Museo Nuevo), con objetos del Antiguo Egipto (como el busto de Nefertiti) y de la Prehistoria.
– Alte Nationalgalerie (Antigua Galería Nacional), con obras de arte desde la Revolución Francesa hasta la Primera Guerra Mundial.
– Pérgamo, con su famoso Altar de Zeus y la reproducción de la Puerta de Ishtar, de Babilonia.
El quinto museo, el Alter, o Antiguo, con sus colecciones de arte griego, romano y etrusco, ya lo conocía de mi segunda visita a Berlín.
Había llegado a Berlín un domingo a media tarde y me entretuve en localizar un albergue, comer algo, revisitar el famoso Checkpoint Charlie más la Puerta de Brandeburgo, y poco más. Y el lunes caminé hacia Museuminsel, ignorando, tonto de mí, que ese es el día en el que cierran casi todos los museos de Europa, incluyendo los de España. Además, me enteré de que el museo más impactante y espectacular de los cinco, el de Pérgamo, se hallaba cerrado por restauración durante varios años.
Pero no di el día por perdido. Determiné entonces rodear la isla durante varias horas y hacer fotografías del exterior de cada museo, pues la arquitectura de ellos, que data del siglo XIX, es otra de las maravillas que llevó a UNESCO a designar esos cinco museos en su conjunto como Patrimonio Mundial en el año 1999. Las dos fachadas que más me sedujeron fueron las del museo Bode y la del Alter. La fachada del museo Pérgamo no la pude fotografiar por impedirlo las barreras de las obras. Al acabar, pagué 10 euros por visitar el interior de la catedral, justo al lado del Museo Antiguo.
Satisfecho de la visita exterior de la Isla de los Museos, invertí el resto del día en conocer otros lugares interesantes de la pródiga Berlín. Y por la mañana del día siguiente volé a Barcelona, en España.