Gloriosa efimeridad
Sometido a la tiranía de los elementos, el arte urbano se rige por las leyes de lo efímero. A pesar de que sus autores sean conscientes de los riesgos que corren sus obras, no dudan en retar a la naturaleza y dejar que ésta muestre su ira o su respeto hacia esos elementos extraños que se atreven a desafiarla. Bastantes ejemplos de ello los tenemos en la ciudad de Murcia, donde decenas de obras de arte salpican sus calles siempre dispuestas a atraer la mirada del viandante. Varias de ellas se exponen en la plaza de la Academia General del Aire, que desde hace unos años se ha convertido en un auténtico museo al aire libre donde excelentes artistas, como el británico Dale Grimshaw, han dejado su huella particular.
Junto a la obra de Grimshaw La mujer y el cordero se exhiben otras como Shamaleón, del interesante artista tinerfeño Feoflip, y diversas creaciones más, hasta alcanzar aproximadamente la veintena. Pero el arte urbano de Murcia nos depara muchas otras sorpresas. En un lugar casi escondido que pertenece al denominado Complejo Princesa, la conocida como Pareja abrazada atrae de inmediato la atención del visitante. Su autora fue la leridana Lily Brick, que se ha hecho un nombre entre los artistas más prometedores del género con sus retratos, generalmente femeninos. Este mural formó parte de una muestra bautizada como De la calle al museo, que tuvo lugar hace unos años en la capital murciana.
Un rostro femenino de considerables dimensiones contempla a los viandantes en la Avenida Primero de Mayo. Fue creado en 2018 y, con sus treinta y dos metros de altura, era el mural más grande de la Región de Murcia y uno de los mayores de España entonces. Su autor fue Carlos Callizo, profesor en la Facultad de Bellas Artes en la Universidad de Murcia que denominó a su obra El rostro de la paz, haciendo un juego de palabras con el nombre del barrio murciano donde se encuentra. Más de trescientos kilos de pintura de diversos tipos fueron necesarios para dar consistencia a esta creación, desarrollada en el ámbito de un proyecto que se denominó ADN Urbano de La Paz y cuya finalidad era la activación social del entorno.
No se queda atrás el mural que desde 2020 domina la céntrica Plaza de Santa Catalina. Como el anterior, se eleva hasta los treinta y dos metros de altura y representa a una mujer murciana envuelta en flores, como alegoría a las floristas que tradicionalmente ofrecen su producto en este punto de la ciudad. Su autora es la artista gallega Lula Goce, que decidió utilizar tonos pastel con el fin de conseguir una perfecta integración de la pintura con el entorno en el que se ubica. La figura viste completamente de blanco como símbolo de pureza y muestra un aire de melancolía habitual en las obras de su creadora, siempre inspiradas en la naturaleza.
También muestra un rostro, aunque en este caso masculino, el que seguramente sea el graffiti más icónico de Murcia. Fue creado en 2017 por Eduardo Kobra, famoso artista urbano brasileño cuyas características obras pueden verse en cerca de medio centenar de países. Ocupa los doscientos metros cuadrados de fachada del Centro Cultural Puertas de Castilla y para su realización se utilizaron más de doscientos cincuenta botes de spray y unos sesenta kilos de pintura. Recibió el título de Retrato de Dalí, pues la cara del genial pintor catalán es el motivo representado en la imagen. A pesar de ser consciente de su efimeridad, mantengo la esperanza de que esta extraordinaria obra de arte perdure lo suficiente para que pueda ser disfrutada por varias generaciones de murcianos.