Si la literatura de aventuras siempre me atrajo durante mi infancia y adolescencia, aquellas historias que se desarrollaban en islas remotas solían ser las que concentraban la mayor parte de mi interés. Probablemente debido más al escenario en sí que en lo que atañe a la trama desarrollada en cada una de ellas. Desde siempre he tenido el convencimiento de que cada isla es un mundo particular, un espacio donde la naturaleza ha ido desarrollándose bajo unos criterios únicos hasta llegar a convertirla en un lugar irrepetible. Y como tal, cada una de ellas compone un ecosistema digno de un respeto absoluto, puesto que su pérdida sería posiblemente irrecuperable.

Pero seamos sinceros, en este mundo globalizado ya no quedan islas desiertas ni robinsones modernos. Resulta tremendamente difícil encontrar un lugar que haya logrado mantener sus tradiciones y no esté hasta la bola de gente ejerciendo proselitismo de la civilización occidental, ésa que arrasa con todo lo que encuentra a su paso y sus misioneros no respetan absolutamente ninguna de las costumbres que se han mantenido durante siglos en los sitios por donde se extiende.

Aun así todavía he sido capaz de encontrar a lo largo de los años algunas islas alejadas del turismo de masas y donde sus habitantes han sido capaces de conservar su patrimonio y tradiciones, a veces no teniendo más remedio que mantener a los visitantes a raya. Aquí os muestro algunas de ellas, donde me sentí particularmente satisfecho de haber logrado desentrañar algunos de sus secretos.

Eil Malk (Palaos): Este islote de tamaño diminuto cuenta con millones de habitantes, aunque la inmensa mayoría de ellos no tienen dos patas sino varias. Totalmente despoblada de seres humanos salvo por alguna visita ocasional, un pequeño lago existente en su interior es el hábitat favorito de millones de medusas, pertenecientes a tres especies diferentes y que habitan este lugar desde tiempos inmemoriales. Nadar junto a ellas es una experiencia que no tiene precio.

Praslin (Seychelles): Aunque sus playas son mucho menos conocidas y visitadas que las de su vecina isla de La Digue, Praslin guarda un tesoro escondido en su interior. Se trata del bosque denominado Vallée de Mai, compuesto por diversos tipos de palmeras, de las cuales hasta seis de ellas son endémicas. Destaca la famosa coco de mar, cuya semilla es la mayor que existe en el Planeta Tierra.

Naigani (Fiji): Una de las conocidas como outer islands en Fiji, Naigani es una pequeña isla con mucho que descubrir. Palmeras por doquier, una excelente laguna para el buceo, inacabables playas de arena blanca y un espectacular arrecife de coral ofrecen una imagen perfecta del Pacífico Sur. No faltan cuevas donde, de acuerdo con la tradición, se efectuaban ritos ancestrales que incluían ceremonias caníbales.

Santo Antão (Cabo Verde): La segunda mayor isla de Cabo Verde en superficie es también una de las más despobladas, al menos en términos relativos. Su interior es una perfecta sucesión de montañas, consideradas durante mucho tiempo como inaccesibles, con lo que su población se concentra fundamentalmente en la costa. Algunas de sus elevaciones se acercan a los dos mil metros y recorrerlas es una tarea apta tan solo para aquellos que disfruten con las emociones fuertes.

Upolu (Samoa): A pesar de que se trata de una isla que supera los mil kilómetros cuadrados de superficie, el interior de Upolu es bastante inaccesible. De origen volcánico, sus abruptos paisajes quitan el aliento y ejercen un magnetismo considerable sobre quienes han tenido la suerte de visitarlos. Buena prueba de ello es la atracción que sufrió el escritor escocés Robert L. Stevenson, que se quedó en ella para siempre y allí sigue enterrado.

Isla Contoy (México): Pequeña isla de apenas tres kilómetros cuadrados situada en el estado mexicano de Quintana Roo, Isla Contoy debe ser algo muy parecido al paraíso. Cercana al segundo arrecife de coral más grande del mundo, cuenta con una biodiversidad impresionante para su escaso territorio. Allí viven casi cien especies diferentes de plantas y más de ciento cincuenta de aves.

Fa’fa (Tonga): ¿Habéis leído alguna novela sobre náufragos en la inmensa superficie del Pacífico Sur? Pues así es como os sentiréis si pasáis unos días o incluso horas en esta minúscula isla tongana. A pesar de que su superficie está ocupada por un resort bastante exclusivo, la belleza de sus playas, la tranquilidad de su laguna y su exuberante interior os dejarán la impresión de que todavía existen mundos aislados dentro de éste.

Snagov (Rumanía): A diferencia de las anteriores, Snagov es una isla que no destaca por su exotismo aunque sí lo hace por su historia. Situada en el interior de un lago en la región rumana de Valaquia, sus únicos habitantes son un puñado de monjes que se dedican a la vida transcendental en un monasterio donde, según se afirma, está enterrado el legendario Vlad Ţepeş.

Vihamanaafushi (Maldivas): Es ésta pero podría ser casi cualquier otra isla de Maldivas, posiblemente el estado más atípico de todos los existentes en el Planeta Tierra. Emplazada en el interior de un atolón, y por tanto de perímetro redondeado, Vihamanaafushi es un ejemplo más de isla paradisiaca donde las haya. Entre sus habitantes destacan los enormes murciélagos que salen de sus refugios al caer la tarde en este lugar privilegiado del Índico.

Saint Barthélemy (Francia): Con apenas veintidós kilómetros cuadrados de extensión, Saint Barthélemy goza de una excelente situación en el Caribe a la vez que de una reconocida exclusividad. Sus habitantes no llegan a los diez mil y hace unos diez años votaron en mayoría por separarse del territorio francés de ultramar de Guadalupe y pasar a ser prácticamente independientes de facto. Sus visitantes suelen ser también muy exclusivos y entre ellos se encuentran asiduos como Mick Jagger o Harrison Ford.

Madeira (Portugal): Isla de origen volcánico, Madeira ofrece al visitante unas vistas espectaculares donde las haya. Tanto, que en sus poco más de setecientos kilómetros cuadrados concentra al menos cuatro cumbres que superan los mil ochocientos metros de altitud, hecho casi inaudito en la Tierra. Si lo tuyo es la playa, mejor abstente de visitar este prodigio de la naturaleza; en caso contrario, acércate a ver paisajes sin parangón, de esos que no encontrarás en ningún otro lugar.

Robben Island (Sudáfrica): Conocida localmente como isla de las focas, que es lo que significa su nombre en afrikaans, en realidad debería ser denominada isla de los pingüinos al ser éstos sus habitantes mayoritarios. Antigua prisión, famosa por el hecho de que en ella estuvo preso durante algún tiempo Nelson Mandela, en la actualidad sus instalaciones carcelarias funcionan como museo.

Symi (Grecia): Entre las numerosas islas que comprenden los diversos archipiélagos griegos parece realmente difícil encontrar alguna apta para robinsones, debido a su creciente éxito turístico, aunque haberlas haylas. De las que he visitado me quedaría con Symi, excepcional enclave cercano a la costa turca cuyo puerto ofrece estampas de incomparable belleza.

Isla Saona (República Dominicana): Por suerte protegida bajo la figura de Parque Nacional del Este, Isla Saona es una de las islas más grandes entre las que forman parte de la República Dominicana. Apenas medio millar de habitantes viven en ella, número superado muy ampliamente por los turistas que se dirigen hacia allí en el día con el fin de disfrutar de algunas de las playas más hermosas del Caribe.

Guadalcanal (Islas Salomón): Con sus más de cinco mil quinientos kilómetros cuadrados de superficie, Guadalcanal es la mayor de las islas que componen el estado de Islas Salomón. A pesar de ello, sus habitantes superan por poco los cincuenta mil y su exuberante interior está prácticamente despoblado. Tanto, que hay muchas zonas a las que es imposible llegar y guardan numerosos secretos por descubrir aún.

Gorée (Senegal): Minúsculo islote situado frente a la ciudad de Dakar, Gorée pasaría completamente desapercibida si no fuera por un pasado del que no presume, sino más bien se avergüenza. Antiguo mercado de esclavos durante más de tres siglos, en la actualidad funciona como un museo donde resulta imposible olvidar el mayor holocausto sufrido por la humanidad.

Dominica (Dominica): ¿Alguien diría que la isla más hermosa del Caribe es una que carece casi completamente de playas y las pocas que tiene son de arena negra? Yo me atrevería a afirmarlo casi con rotundidad. Cualquiera que haya visitado Dominica coincidirá conmigo en que es una especie de paraíso en la Tierra. Su exuberante interior, aún pleno de actividad volcánica, te deja boquiabierto nada más pisarlo y, toquemos madera, sigue alejado de ese turismo de masas tan habitual en destinos más playeros.

Rumung (Estados Federados de Micronesia): Seguimos con un destino para robinsones donde los visitantes no son nada bienvenidos. El acceso a la isla de Rumung estuvo prohibido hasta para los locales de otras zonas del estado micronesio de Yap hasta hace bien pocos años. Sus habitantes recibían a pedradas a cualquiera que osara acercarse por allí y ellos mismos no tenían por costumbre abandonar su escaso territorio. Acompañados por un local pudimos acceder a la isla y darnos cuenta de que en el fondo son gente amable que tan solo pretenden mantener sus tradiciones. Eso sí, no os recomendamos que intentéis visitarla por vuestra cuenta.

Tobago (Trinidad y Tobago): Y para terminar, nada mejor que hacerlo con el lugar donde posiblemente Daniel Defoe situó la trama de su novela Robinson Crusoe. Tobago es una isla tranquila y apacible, donde sus escasos habitantes viven a un ritmo notoriamente más lento que el acostumbrado por estos lares. La mayor parte de ellos está establecida en la costa y su agreste interior se mantiene bastante libre de la influencia humana en muchas zonas. Si no te sientes un poco Robinson aquí, no lo harás en ningún sitio.