Aunque algunas más que otras, todo hay que decirlo. La monstruosa etnia occidental arrasa cual poderosa apisonadora todo lo que encuentra a su paso y, como de si una epidemia de peste medieval se tratara, no deja de contagiar a todas las culturas que se le ponen por delante. Líbreme nadie de renegar de mis orígenes, pero a veces no queda más remedio que entonar el mea culpa ante el proselitismo exacerbado que los profetas del western way of life despliegan por el mundo ignorando y despreciando a propios y extraños.

Lo triste es que tan solo a una minoría parece preocuparnos. Ni soy un experto etnógrafo ni pretendo serlo, pero me asusta la desaparición de las formas de vida tradicionales a la que asistimos desde que Occidente engrasó la maquinaria y la puso en marcha a toda mecha. Desde entonces, y más desde que la mal llamada globalización impone su ley, no han cesado de desaparecer tanto lenguas como formas de vida milenarias en todo el Planeta. Recuerdo cuando hace unos años me llevaron a visitar a un brujo muy famoso en el sur de Senegal y el adivino se presentó ante sus invitados vistiendo una camiseta del Real Madrid. Incluso a pesar de profesar, si no la fe al menos la advocación blanca, aquello me supo a cuerno quemado y me dio que pensar en la goleada que nuestra civilización está consiguiendo frente al resto. Y no es algo de lo que me sienta orgulloso, he de reconocerlo.

Para no irme demasiado por las ramas y centrarme en el reto compartido con mi amigo Jordi de hablar sobre etnias, tan solo añadiré que, a pesar de que conocer otras formas de vida nunca ha sido la motivación principal en mis viajes, las lenguas, las costumbres y las tradiciones de los pueblos del mundo son un tesoro tan frágil que debemos preservarlo como tal. Aunque nunca he sido partidario de convencer a nadie de nada y siempre intento adaptarme a la realidad de los pueblos que he visitado, no puedo evitar arrepentirme de haber dejado mi huella en lugares donde quizás no debería haberlo hecho. Valga este post como desagravio para algunas culturas sobre las que he tenido el placer de aprender y, por su bien, espero no haberlas contaminado con la mía.

Betammaribe: También conocidos como tammari, en Benín, y taberma, en Togo, los betammaribe son uno de los pueblos más primitivos de África Occidental. Viven en un área montañosa en el norte de los mencionados países, donde construyen unas características fortificaciones de adobe conocidas como tata somba. Conservan sus tradiciones animistas y hablan una lengua tonal incluida en el grupo de las Oti-Volta.

Akha: Pueblo proveniente de la provincia china de Yunnan, los akha se desplazaron hacia el Sudeste Asiático en la primera mitad del siglo XX. Actualmente, están establecidos en zonas montañosas de Tailandia, Laos y Myanmar, además de su región de origen. Construyen sus viviendas generalmente de bambú y algunos mantienen un estilo de vida seminómada. Hablan un lenguaje de tipo tibetano-birmano y mantienen sus creencias animistas a pesar de la influencia occidental.

Yapeses: Aseguran los expertos que los yapeses proceden de algún lugar poco concreto del este de Indonesia y que se establecieron en Micronesia hace unos tres mil quinientos años. Su tradicional aislamiento los ha llevado a estar poco contaminados por la civilización occidental, incluso en los tiempos actuales. Algunos de sus rasgos más característicos son el uso del dinero de piedra y la típica estructura de sus viviendas y sus embarcaciones.

Quiché: Etnia de origen maya, los quiché estaban establecidos en el altiplano guatemalteco, desde donde se extendieron por las tierras colindantes. Tras entrar en contacto con los españoles en el siglo XVI, adoptaron algunas de sus costumbres sin renunciar a las suyas propias, creando un curioso sincretismo que se mantiene hoy día en sus creencias. Además de español, hablan una lengua maya cuyo texto más representativo es el Popol Vuh.

Islandeses: Grupo étnico creado por inmigrantes escandinavos y celtas que arribaron a Islandia a partir del siglo IX, los islandeses son seguramente el pueblo más endogámico de Europa. Hablan un lenguaje que se ha mantenido casi inalterado desde tiempos medievales y conservan creencias luteranas, a pesar de que la población está fuertemente secularizada. Genéticamente son una población muy homogénea debido al aislamiento en el que han vivido hasta tiempos recientes.

Fon: Aunque muchos de ellos se han adaptado a la vida en ciudades al modo occidental, los fon siguen manteniendo muchas de sus tradiciones ancestrales. Tradicionalmente habitan en la zona sur de Benín y entre sus ritos más conocidos destacan las ceremonias de vudú, así como el culto que profesan a las pitones. Según ellos, estos reptiles están poseídos por el espíritu de sus antepasados y, por consiguiente, son sagrados y participan en diversos ritos ceremoniales.

Kirguises: Gente nómada por excelencia, los kirguises provienen de Siberia, desde donde se desplazaron hace un par de milenios a las más promisorias tierras del Tian Shan. Aunque últimamente se concentran en poblaciones estables, su espíritu nómada sale a la luz a la menor ocasión y, en cuanto llega el buen tiempo, muchos de ellos hacen honor a sus antepasados montando sus caballos e instalando sus yurtas para sentirse en pleno contacto con la naturaleza.

Aborígenes: Primeros pobladores de Australia, los aborígenes han sufrido lo indecible a manos de los colonizadores europeos. Fueron despojados de sus tierras, sometidos a numerosas aberraciones, explotados, ninguneados, objetos de mofa y prácticamente exterminados. Para dar una idea de la situación, hasta la llegada de los europeos se hablaban en Australia unas doscientas cincuenta lenguas diferentes, que han quedado reducidas en la actualidad a menos de veinte.

Caribes: No mucho mejor lo han tenido los caribes desde la llegada a América de los europeos. Antaño fieros guerreros, temidos por todos, llegaron a ocupar toda la zona comprendida entre el norte de Colombia y Venezuela hasta las Antillas Menores. Inexorablemente desplazados por el hombre blanco, su espacio vital fue reduciéndose poco a poco hasta quedar limitado a un pequeño reducto en la isla de Dominica. Allí sobreviven unos tres mil de estos antiguos caníbales, tan solo esperando a que por fin llegue su completa exterminación.

Magiares: Durante las numerosas migraciones que tuvieron lugar entre Asia y Europa en los últimos tiempos del Imperio Romano, los magiares fueron protagonistas de una de las más importantes. Procedentes probablemente de las actuales estepas kazajas, fueron conducidos por sus imbatibles caudillos hasta Europa Central a partir del siglo V, en diversos desplazamientos que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XII. Hoy día constituyen la nación húngara y, aunque su occidentalización es total, aún se sienten orgullosos de sus orígenes.

Diola: Establecidos entre el sur del río Gambia y el norte de Guinea-Bissau desde al menos el siglo XIII, los diola han conseguido mantener sus costumbres a pesar del influjo tanto occidental como de otras etnias vecinas. Son mayoría en Casamance, la zona sur de Senegal, donde resisten las imposiciones de la etnia wolof, mayoritaria en el país. Al contrario que éstos, musulmanes en su mayoría, los diola siguen en buena parte la tradición animista, como se pone de manifiesto en lugares como la isla de Hitou.

Dayak: En realidad, el término dayak no se refiere a un pueblo en exclusiva sino que representa a toda la población indígena de Borneo. Existen al menos doscientos subgrupos, la mayor parte establecidos en el interior de la isla, que congregan a unos dos millones de personas. Hablan numerosas lenguas y mantienen algunas características comunes, como el uso de casas comunales. Observando su tímida sonrisa, cuesta creer que fueran fieros cortadores de cabezas en el pasado.

Fijianos: Los fijianos son un pueblo de origen melanesio radicado en el actual estado de Fiji desde tiempos casi inmemoriales. Hablan una lengua austronesia y en su mayor parte profesan la religión cristiana. Actualmente representan poco más de la mitad de la población isleña, estando el resto compuesto por gente de origen indio, descendientes de los trabajadores llevados allí por los británicos durante el periodo colonial.

Masai: Famosos por sus vestimentas de vivos colores y sus danzas rituales, los masai constituyen un grupo étnico asentado en el sur de Kenia y norte de Tanzania. Feroces defensores de su intimidad, viven en unos poblados conocidos como manyatta, donde suelen recibir a los visitantes no de muy buen grado, salvo si es a cambio de dinero. Mantienen numerosas tradiciones y no parecen demasiado dispuestos a renunciar a ellas, a pesar de la fuerte influencia exterior.

Karen: Procedentes al parecer del desierto de Gobi, los karen llevan tiempo formando la población mayoritaria del sur de Myanmar. Conflictos existentes con el régimen dominante en el estado han llevado a muchos de ellos a desplazarse a la vecina Tailandia, donde viven generalmente en la zona selvática del norte del país. Entre ellos se encuentran las padaung, mundialmente conocidas como mujeres jirafa, tradición tan antigua como salvaje que con la llegada del turismo se ha incrementado considerablemente. Mis disculpas por haber contribuido a ello.

Podéis ver las quince etnias elegidas por Jordi aquí.