‘Voy camino Soria’ cantaba el carismático Jaime Urrutia, líder de Gabinete Caligari, grupo fundamental de la movida madrileña de los ochenta, en uno de sus mejores temas. Antes que él, la ciudad y la provincia soriana agrupaban en torno a sí un nutrido grupo de admiradores, entre los que destacan insignes poetas. El más renombrado de todos ellos es Antonio Machado, que vivió en la capital soriana durante varios años y contrajo matrimonio con una de sus habitantes. Algo similar le ocurrió a Gustavo Adolfo Bécquer, para mí el mejor vate que ha dado la literatura castellana, infelizmente casado con una soriana y que pasó largas temporadas en una pequeña localidad de la provincia.

Aunque en las pocas poesías que he escrito mi torpe estilo muestra más similitudes con Quevedo o Góngora que con Machado o Bécquer, evidentemente salvando la galáctica distancia, hace ya muchos años que me sentí atraído por la provincia de Soria. Quizás fuera debido a que en su escudo aparece escrita la palabra Extremadura, esa tierra a la que pertenezco y de la que no soy juez pero sí parte. Sea como fuere, los páramos sorianos siempre han ejercido sobre mí una atracción no diría que fatal pero sí irresistible. Y en las ocasiones que he visitado esta tierra, tan extrema como acogedora, nunca he dejado de admirar la majestuosidad de su entorno ni de apreciar la calidez de sus, lamentablemente, escasos habitantes.

Valgan estas líneas, por consiguiente, para pagar en cierto modo mi deuda. Siguen un puñado de razones por las que pienso que un viaje a tierras sorianas deparará a cualquiera numerosas satisfacciones. Parafraseando su escudo, Soria sigue siendo pura, aunque ya no sea cabeza de Extremadura.

Arco de Medinaceli: Considerado el único arco romano de tres vanos que existe en España, el de Medinaceli es un ejemplo único en su estilo. Fue construido en la segunda mitad del siglo I y es posible que su función fuera la de servir como acceso principal a la villa. Al parecer su arco central servía como paso de carruajes mientras que los laterales, de dimensiones mucho más reducidas, eran usados para el tránsito de peatones.

Calatañazor: Dicen que aquí Almanzor perdió su tambor y parece ser que Gerardo Diego dejó parte de su alma en este lugar. No resulta extraño que así fuera, porque Calatañazor, topónimo procedente de uno árabe que puede traducirse como castillo de las águilas, muestra al visitante una belleza infinita. Lamentablemente, la despoblación y el olvido son un enemigo considerablemente más poderoso que aquellas tropas árabes que lo asediaron al mando de al-Mansur hace ya un milenio.

Catedral de El Burgo de Osma: Dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, la catedral de El Burgo de Osma es un magnífico ejemplo de la transición del románico al gótico. Las obras fueron iniciadas durante la primera mitad del siglo XIII, como sustitución de un templo románico erigido previamente en ese lugar. Aunque la mayor parte de los trabajos fueron concluidos en esa época, todo el edificio sufrió una remodelación en el siglo XVIII de la que quedan numerosas trazas.

Ermita de San Baudelio: Pequeña construcción auténticamente anodina en su aspecto exterior, la ermita de San Baudelio se ofrece en plenitud al visitante que traspasa su línea de acceso. Se trata de un templo mozárabe construido a finales del siglo XI y del que se desconoce casi todo. Arquitectónicamente, consta de una bóveda central que se subdivide a partir de hasta ocho arcos de herradura, a la manera de las ramas de una palmera. Lamentablemente, la inmensa mayoría de sus frescos fueron expoliados y ahora se exhiben en diversos museos estadounidenses.

Castillo de Gormaz: De aspecto impresionante y con más de un kilómetro de perímetro, el castillo de Gormaz era la fortaleza más grande que existía en Europa en la segunda mitad del siglo X. Con el paso del tiempo fue perdiendo un esplendor del que todavía muestra trazas en la actualidad, a pesar de que la falta de uso y el olvido lo han llevado a presentar un cierto deterioro.

Yacimientos de Bretún : Diminuta localidad que ofrece al visitante buenas muestras de arquitectura popular, Bretún es conocida sobre todo por la gran cantidad de huellas de dinosaurio que almacena. Se encuentran éstas tanto en los alrededores de la población como incluso en el mismo casco urbano y entre los diversos yacimientos destaca el denominado El Frontal, donde pueden verse las no muy habituales icnitas tetradáctilas.

Cañón del río Lobos: Situado en la línea divisoria de las provincias de Burgos y Soria, el cañón del río Lobos es un atractivo desfiladero formado por la acción del río homónimo sobre un lecho kárstico. Se encuentra protegido en su conjunto al ser una zona de interesante biodiversidad y en su interior alberga una interesante ermita templaria dedicada a San Bartolomé.

Rello: Minúscula villa amurallada de apenas una veintena de habitantes, Rello es uno de los secretos mejor guardados de la provincia soriana. Está encaramada en lo alto de un cerro, en uno de cuyos extremos se sitúa el castillo. Parece ser que cerca de aquí murió Almanzor cuando trataba de llegar a Medinaceli para ser curado de las heridas producidas en la batalla de Calatañazor.

Crédito: Txo

Claustro de San Juan de Duero: A pesar de que del antiguo monasterio de San Juan de Duero quedan poco más que unos restos, su claustro es una auténtica joya del arte románico. Fue construido en el siglo XIII y destaca por la originalidad de sus formas, especialmente por sus famosos arcos entrecruzados. No en vano los aficionados a esta tendencia artística lo eligieron en cuarto lugar entre las maravillas del románico español.

Iglesia de San Miguel en San Esteban de Gormaz: A diferencia del monasterio anterior, la iglesia de San Miguel se encuentra en un buen estado de conservación. Al parecer, fue edificada a finales del siglo XI y su excepcional galería porticada se considera la primera que fue construida en un templo románico. Consta de una sola nave, rematada por un ábside semicircular.

Castillo de Berlanga de Duero : Según aseguran los expertos, el actual es el tercer castillo que se levanta junto a la localidad de Berlanga de Duero. El primero fue musulmán, al que sucedió otro tras la Reconquista. El actual data del siglo XV y destaca por sus potentes muros, por debajo de los cuales se sitúa la muralla que rodeaba a la población en la época medieval.

Yanguas: Localizada en la esquina noreste de la provincia soriana, muy cerca ya de La Rioja, la población de Yanguas gozó de cierta importancia durante la época medieval. Aunque ha perdido parte de su patrimonio, tanto monumental como humano, con el paso del tiempo aún ofrece al visitante diversas muestras de su glorioso pasado. Entre ellas un castillo, algunos arcos que daban paso al recinto amurallado de la villa y la magnífica torre de San Miguel, campanario de lo que fue una antigua iglesia románica.

Plaza Mayor de Medinaceli: Comenzábamos nuestro recorrido por tierras sorianas junto al arco romano de Medinaceli y lo concluimos en la Plaza Mayor de la misma localidad. De considerables dimensiones para la época durante la que tomó forma, está situada sobre lo que fue el foro de la antigua ciudad romana. Verdadero centro neurálgico de la población, congrega a su alrededor monumentales edificaciones, que conforman una de las más carismáticas y destacables plazas castellanas.