13+1 lugares con glamour en la Costa Azul
Se conoce como Costa Azul o Riviera a una porción de la costa mediterránea francesa, concretamente la que se extiende entre las localidades de Hyères, al oeste, hasta Menton, al este y ya junto a la frontera italiana. Incluye este tramo el estado soberano de Mónaco, que no deja de representar una transición suave entre los extremos de territorio francés que lo rodean. Esta zona del litoral mediterráneo comenzó a ser conocida y visitada ya desde mediados del siglo XIX y desde entonces su fama no ha hecho sino incrementarse. Monarcas, políticos, escritores, artistas, músicos y gente de a pie, generalmente adinerada, se han sentido atraídos por sus encantos y la han convertido en un lugar casi mítico.
Nunca he sido demasiado dado a la mitomanía y, definitivamente, el glamour no es lo mío. No obstante, debo admitir que conozco bastante bien la Costa Azul debido a circunstancias tanto laborales como sentimentales. He visitado esta zona del sureste francés en diversas ocasiones y siempre me he sentido atraído por ella, aunque solo sea por la expresión del espíritu mediterráneo que representa. Tanto paisajísticamente como monumental, cultural y gastronómicamente no puedo ponerle ningún pero. Quienes se sientan interesados en la cuna de las civilizaciones europeas no cabe duda de que en cualquiera de los lugares que aquí menciono se encontrarán en su salsa.
Abajo tenéis una lista de mis sitios favoritos en la Costa Azul, situados tanto al borde del mar como algo al interior. Como siempre, no pretendo hacer proselitismo, así que si alguno de ellos os decepciona os agradecería que me lo hicierais saber.
Niza: Con unos trescientos cincuenta mil habitantes, Niza es la ciudad más poblada de la Costa Azul. Aunque la mayoría de los visitantes se limitan al paseo marítimo conocido como Paseo de los Ingleses, donde destacan construcciones tan carismáticas como el Hotel Negresco, conviene adentrarse en otros barrios de la ciudad. Así podrán descubrir plazas tan interesantes como Place Masséna, museos como los dedicados a Chagall y a Matisse e iglesias como la neogótica Basílica Notre-Dame.
Cagnes-sur-Mer: Muy cerca de la ciudad de Niza, tanto que suele ser considerada un barrio periférico de la misma, Cagnes-sur-Mer es una pequeña ciudad de ambiente tranquilo. Su imagen está dominada por el castillo Grimaldi, actualmente un museo. En este lugar compró el pintor impresionista Auguste Renoir una finca llamada Les Collettes, adonde se retiró a pasar los últimos años de su larga vida.
Mougins: Si Renoir pasó los últimos años de su vida en Cagnes-sur-Mer, Picasso hizo lo propio en la encantadora villa de Mougins. Situada sobre una colina y rodeada de bosques, Mougins parece tener un imán para atraer a personalidades de diversos ámbitos, como la pintura, el cine, la literatura, la música y hasta la política. No en vano Catherine Deneuve, Paul Éluard, Jacques Brel y Winston Churchill, entre otros, han tenido residencia aquí y algunos como Elizabeth Taylor frecuentaron durante largo tiempo esta población.
Antibes: Como buen amante de la Provenza, Picasso no se limitó a establecerse en Mougins sino que también pasó un tiempo en la no demasiado lejana ciudad de Antibes. En ella existe un museo con una importante colección de obras del genial malagueño y, aunque no puede decirse que sea la población más hermosa de la Riviera, en sus cercanías están posiblemente las mejores playas de la Costa Azul.
Cap d’Antibes: Varias de ellas se hallan en el lugar conocido como Cap d’Antibes, donde también se encuentran algunos de los hoteles más lujosos de la zona. Se trata de una península un tanto aislada donde ya desde el siglo XIX se estableció gente tan famosa como el escritor Scott Fitzgerald, el pintor Claude Monet, el armador Stavros Niarchos o el mismísimo duque de Windsor. El sitio lo merece, no me cabe ninguna duda al respecto.
Vallauris: Casi pegando a este lugar, Vallauris también sirvió como residencia de Picasso durante siete años. Además de continuar produciendo obras propias, en ese tiempo se dedicó a impulsar la cerámica local, olvidada durante décadas. Y su esfuerzo no fue en vano, porque de allí surgieron ceramistas que luego se hicieron famosos, como Roger Capron. Hoy día, Vallauris es una tranquila localidad con apreciables rincones.
Valbonne: Relativamente próxima a Vallauris, hacia el interior, la localidad de Valbonne supone un cierto anacronismo en esta costa tan glamourosa. Lo denota una abadía benedictina del siglo XIII edificada según el modelo cisterciense. Su campanario fue construido ya en el siglo XIX y desentona algo del conjunto, pero aun así merece la pena acercarse hasta este lugar para comprobar que la Costa Azul no es tan solo playa.
Saint-Paul-de-Vence: Todavía en el interior, algo hacia el este de Valbonne, Saint-Paul-de-Vence es la joya de la corona en esta zona tan exclusiva. Y digo bien, porque entre sus apenas tres mil habitantes se encuentran, o han encontrado, algunos tan famosos como el músico Bill Wyman, el actor Yves Montand, el filósofo Bernard-Henri Lévy o el pintor Marc Chagall. Casi nada, pero teniendo en cuenta el atractivo de esta pequeña población no sorprende demasiado.
Cannes: Aunque donde más estrellas del cine pueden verse en la Costa Azul es sin duda en la localidad de Cannes, donde se celebra anualmente un destacado festival cinematográfico. En su paseo marítimo, localmente denominado Promenade de la Croisette, se despliega entonces una alfombra roja sobre la que desfila un interminable elenco de famosos. La parte más antigua de Cannes es conocida como Le Suquet y en ella quedan restos de la antigua ciudad amurallada.
Mónaco: Las estrellas del cine se transforman en príncipes y gente adinerada en general en el diminuto estado de Mónaco. En su territorio de apenas dos kilómetros cuadrados se concentran diversos lugares de interés como el famoso Casino, un exótico jardín japonés, el palacio del Príncipe o el puerto de Hércules, usado como salida al Mediterráneo por la familia Grimaldi desde que se establecieron en este lugar a finales del siglo XIII.
Villefranche-sur-Mer: Si al puerto de Mónaco llegan los yates de la gente guapa, al de Villefranche-sur-Mer suelen hacerlo los cruceros que recorren el Mediterráneo Occidental. Pero no hay de qué preocuparse, las hordas de turistas que llegan en ellos suelen dirigirse a lugares más chic, como Niza o Mónaco, y esta pequeña villa marinera conserva su tranquilidad y un inequívoco aroma mediterráneo.
Menton: Aroma mediterráneo no le falta tampoco a Menton, localidad situada en la zona más al este de la Costa Azul, ya pegando a tierras italianas. Destacan en ella sus jardines, sus características construcciones en tonos pastel de la Vieille Ville y su culto al limón, cítrico del que sus habitantes aseguran que es el único lugar donde se produce en Francia. En Menton pasaron sus últimos días escritores como Yeats o el valenciano Blasco Ibáñez.
Saint-Tropez: Y si Menton cierra la Riviera por el este, Saint-Tropez prácticamente lo hace por el oeste. Puesta de moda en la década de los sesenta del siglo pasado, muestra al visitante lugares de interés como la ciudadela o el puerto, sin olvidar el ambiente provenzal de sus intrincadas calles. Pero el auténtico icono de esta pequeña población es Brigitte Bardot que, a pesar de los años transcurridos, sigue residiendo en la zona y representa mejor que nadie la imagen más glamourosa de la Costa Azul.
Actualización en diciembre de 2021
Grasse: Renombrada por sus afamados perfumes, Grasse fue fundada en el siglo XI y se tienen noticias de su actividad comercial desde un siglo después. A finales del siglo XVIII comenzaron a extenderse cultivos de flores en sus inmediaciones, que fueron la base de la floreciente industria que se desarrolló después. Hoy día, Grasse produce más de dos tercios de los aromas franceses y está considerada la capital mundial del perfume.
Que buen repaso! conozco varias de estos enclaves pero otros no. Solo estuve 4 días y vimos lo que pudimos. Uno de los lugares que más me gustó fue Menton, por cierto.
Menton fue toda una sorpresa. No había estado en esa población, quizás porque no me parecía demasiado sugerente, hasta el último viaje que hice por la zona, hace unos tres años. Y me gustó mucho, tanto su emplazamiento como su arquitectura y, especialmente, el ambiente tranquilo que se respira en sus calles. Me pareció un remanso de paz.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.