Desconozco si fue primero el huevo o la gallina. Traducido al asunto que nos ocupa, no tengo claro si fue el topónimo Medina, cuna del profeta Mahoma, el que dio lugar al término medina, centro histórico de una ciudad islámica, o viceversa. Para complicar aún más el tema, el mencionado término no tiene un origen árabe, sino hebreo. O, más concretamente, arameo. Representaba una entidad de población con jurisdicción política y con el tiempo pasó a denominar el núcleo constituyente de una localidad. Hecho, por otra parte, perfectamente aplicable a Medina, que en sus orígenes fue un asentamiento hebreo.

Teniendo en cuenta lo expuesto en el anterior párrafo, parece llamativo que el término medina se utilice casi en exclusiva para referirse al centro histórico de las localidades magrebíes. Para ser usado con propiedad, debería extenderse al casco antiguo de cualquier población islámica, independientemente de la zona donde esté situada, e incluso a las hebreas. De hecho, en poblaciones de Oriente Medio o del resto del norte de África resulta incluso habitual que los locales aludan con tal denominación a la parte más antigua de su ciudad.

Veamos algunos ejemplos de medina que seguramente llamarían la atención de cualquier viajero que se precie de serlo. Además de que todos ellos garantizan un interés cultural, monumental e histórico al visitante, comparten un denominador común, que es el hecho de haber sido declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Fez el-Bali (Fez, Marruecos): Considerada una de las zonas peatonales más grandes del mundo, se calcula que la medina de Fez está formada por unas diez mil callejuelas, buena parte de ellas sin salida. Comprende una amalgama de barrios, cuyo número se estima en unos trescientos, que antiguamente tenían una mezquita y una madrasa cada uno de ellos. Resulta difícil calcular los habitantes de este enrevesado lugar, que requiere de un aguzado sentido de la orientación para evitar perderse.

Centro histórico (Bukhara, Uzbekistán): Una característica común a numerosas medinas es el hecho de estar amuralladas. De esa manera, protegían a la población ante posibles invasores en el pasado. Poderosas, aunque bastante restauradas, murallas muestra la de Bukhara, considerada el mejor ejemplo de casco histórico medieval existente en Asia Central. Mantiene intacta su estructura urbana desde esa época y alberga fabulosos ejemplos de arquitectura islámica en su interior.

Medina de Sousse (Sousse, Túnez): Posiblemente la mejor conservada en Túnez, la medina de Sousse data en su mayor parte del siglo IX. En esa época Sousse era una pujante población, que fue preservada mediante la construcción de unas potentes murallas. De diseño intrincado, la medina guarda numerosas construcciones destacables, entre las que sobresalen la Gran Mezquita, la Mezquita Bou Ftata y el ribat, interesante fortaleza de la segunda mitad del siglo VIII.

Ciudad vieja (El Cairo, Egipto): Quien piense que el popularmente denominado El Cairo Antiguo no es una medina, seguramente nunca ha dado una vuelta por el bazar Khan el-Khalili y sus alrededores. También conocido como El Cairo Islámico, debido a su fundación en periodo omeya, durante la segunda mitad del siglo X, se trata de una de las áreas más densamente pobladas y con mayor concentración de arquitectura islámica en el mundo. Una medina en toda regla, en suma.

İçəri Şəhər (Bakú, Azerbaiyán): Literalmente ciudad interior, la ciudad vieja de Bakú está datada en los siglos previos al XII, que fue cuando se fortificó mediante unas potentes murallas. De esa época es también la renombrada Torre de la Doncella, la construcción más icónica de la población. Estructurada en torno al palacio de los Shirvanshah y la mezquita del Viernes, la medina comprende un intrincado laberinto de callejuelas, que la ocupación soviética no consiguió modificar.

Ciudad vieja (Damasco, Siria): A pesar de que las murallas que rodean la ciudad vieja de Damasco datan de la época romana, el diseño de su estructura urbana es inequívocamente islámico. Más aún, si hay un centro histórico en el mundo que merece ser considerado una medina es sin duda éste. No en vano, fueron los arameos quienes convirtieron a la población en capital de su territorio y le dieron su denominación actual. Si aún dudáis, daos una vuelta por el zoco al-Hamidiyah y me contáis.

Centro histórico (Estambul, Turquía): Aunque la zona más histórica de Estambul no tenga aspecto de medina, debido a las distintas civilizaciones que dejaron allí su huella, todo cambió a partir de la llegada de los otomanos en el siglo XV. Las mezquitas comenzaron a surgir por doquier y la impronta dejada por ellos se mantiene en la actualidad, como puede comprobarse dando una vuelta por los alrededores del Gran Bazar. Incluso los locales suelen referirse como medina al centro histórico de la ciudad.

Ciudad vieja (Jerusalén, Palestina): Seguro que muchos os sorprendéis de que Jerusalén aparezca en esta lista. Sin embargo, la ciudad vieja cumple con todos los requisitos. Tiene origen hebreo, fue amurallada por los otomanos en el siglo XVI y su escaso kilómetro cuadrado de superficie presenta numerosos recovecos e incluso un genuino mercado cubierto al que localmente se conoce como Zoco al-Qattanin. Quien haya dado una vuelta por allí, probablemente coincidirá conmigo al respecto.

Medina de Essaouira (Essaouira, Marruecos): Bastante menos conocida y valorada que otras, la medina de Essaouira es una de las más auténticas de Marruecos. Amurallada por los lusitanos, que fueron quienes fundaron la ciudad, está compuesta por una amalgama de callejuelas en las que la tranquilidad resulta asegurada. Cierto es que no incluye mezquitas espectaculares ni madrasas grandiosas, pero garantiza al visitante un conjunto coherente y cuidado, con una amplia gama de detalles.

Centro histórico (Shahrisabz, Uzbekistán): En no tan buen estado de conservación como el de otras ciudades uzbecas, el centro histórico de Shahrisabz retrotrae a la época medieval. Fue entonces cuando Tamerlán lo eligió para construir allí un fastuoso palacio, al que llamó Ak-Saray, que significa palacio blanco. Alberga además diversas otras construcciones de interés, entre las que hay que mencionar la mezquita Kok Gumbaz. ¿Medina? Ninguna duda al respecto, en mi opinión.

Medina de Marrakech (Marrakech, Marruecos): Fundada por los almorávides en el siglo XI, la medina de Marrakech no conserva prácticamente nada de esa época, salvo una misteriosa edificación a la que se denomina Qubba al-Ba’adiyyin. Ya en el siglo XII, y al poco de ser fortificada, fue conquistada por los almohades, a quienes se deben construcciones como la mezquita Koutoubia. En la actualidad, se trata seguramente de la medina más reconocida y visitada del mundo.

Itchan Kala (Khiva, Uzbekistán): Particularmente, si tuviera que elegir tan solo una entre las diversas medinas que he visitado me quedaría con la de Khiva. Conocida como Itchan Kala, que se traduce como círculo de defensa interior, data del siglo X, aunque sus murallas han tenido que ser restauradas con posterioridad. Si paseando entre construcciones como la madrasa Islam Khoja, el palacio Tash Khauli o el minarete Kalta Minor el visitante no se siente inmerso en un auténtico ambiente islámico medieval, debería tener claro que no va a conseguirlo en ningún otro lugar.